"Conviví tres años con el acoso laboral pero logré salir y ya no me podrán doblegar"

Es algo que se lleva en silencio, que te avergüenza y que sufres en total soledad. Te sientes culpable, aún más cuando las personas de tu alrededor lo saben, lo notan, pero prefieren mirar hacia otro lado porque es más fácil. Es acoso laboral.

Hace unos años tuve que convivir con ello durante más de tres interminables años. Viví una deconstrucción, o mejor dicho, una total destrucción: personal, profesional y lo peor, emocional. Sentirse solo, sin posibilidad de ser ayudado es devastador. No siempre es "el jefe" quien acosa -aunque en mi caso también lo fue- sino que además puede contar con el apoyo de tus compañeros del mismo rango. Es duro y difícil salir de ahí.

El acoso te golpea en todos los ámbitos: el profesional, el social e incluso el familiar. Dejé de ser esa persona sociable, alegre y con ganas de vivir. No ves salida. Pero la hay. ¡Y tanto que la hay! Hoy, cinco años después, tras cambiar de trabajo y renacer en todos los aspectos, las sombras del pasado vuelven.

Alguien de aquel periodo oscuro ha decidido seguir mis pasos y vuelve a estar en mi entorno laboral. Mi posición es clara: ni un saludo, ni una mirada. Mi comportamiento es totalmente aséptico. ¿Su actitud? Saludarme, cada vez con mayor efusividad, obviando mi petición de distancia y cero contacto tanto físico como visual.

Seguir saludando de manera compulsiva y obsesiva, sin respetar los límites marcados es acoso. Y lo es porque no se respetan las decisiones del otro. A ti, querido acosador o acosadora: respeta mi decisión de echarte de mi vida. Acepta mis límites y aprende esto de una vez por todas: no querer saludarte no es acoso, es indiferencia hacia ti.