Insultos por reclamar civismo en el metro de Barcelona

Como cada día, hace unos días me dirigí por la mañana a la estación del metro de Marina para ir al trabajo. Los lunes es habitual coindidir con jóvenes y adolescentes que regresan a casa después de una noche de fiesta por los locales del Poblenou. Un grupo de unos cinco chavales, chicos y chicas, se colaron delante de todos sin ningún tipo de disimulo. Es más, se jalearon entre ellos, orgullosos de su hazaña.

No suelo recriminar a nadie por sus actitudes incívicas, pero en esta ocasión no pude reprimirme. No se trataba de personas pobres que se cuelan en el metro porque tienen que elegir entre comer o trasladarse por la ciudad. Se trataban de jóvenes con nula coinciencia de lo que suponen los servicios públicos. Para colmo de males, bloquearon la escalera automática al no colocarse a un lado para que las personas que quisieran ir más rápido pudieran hacerlo.

Mi 'premio' por decirles  "ya os vale" fue una oleada de insultos machistas. Lo mejor que me dijeron fue que tenía mucha falta de vida sexual, aunque con otras palabras. Y, ante esta escena, ¿sabéis cuál fue la reacción de los demás usuarios? Exacto, ninguna. Ninguna muestra de apoyo, ninguna recriminacíon a unos chavales con mucha falta de educación y valores. Nada. Tan solo un señor, un rato más tarde, me aconsejó que mejor no me metiera en esos líos. Que no merecía la pena.

Y lo peor, es que probablemente ese señor tenga razón. ¿Para qué molestarse? ¿Para pasar un mal rato recibiendo todo tipo de insultos sin ninguna muestra de apoyo por parte de los demás usuarios o, en el peor de los casos, para perder la vida como a aquel chaval gallego en la noche de Sant Joan? Pues no, no merece la pena.