Velocidad: "El mal llamado 'Homo sapiens' siempre se ha esforzado en acortar distancias y tiempos"

Observando en la noche, mientras permanezco tumbado sobre la arena de la playa, viendo unas estrellas (o polvo cósmico) moviéndose a una velocidad endiablada, me pregunto: ¿a dónde irán esas con tanta prisa? ¿Quizá en busca de Perseo? ¿O se apresuran a secarle las lágrimas a San Lorenzo? 

Quién sabe. Mientras, la Luna en todo su esplendor las mira impasible mientras comenta "Ahí van de nuevo estas jóvenes locas, perturbando nuestra equilibrada armonía". Y yo, tendido aún en la arena, me pregunto de nuevo si estas partículas atolondradas no están influyendo negativamente en nuestro comportamiento, aún sin pretenderlo. 

El mal llamado Homo sapiens es el único animal que jamás aceptó la velocidad que le fue concedida a su especie y por ello, desde siempre, se ha esforzado en acortar distancias y tiempos, de manera física o digital, a lomos de una velocidad sobre la cual demasiadas veces ha dejado la piel sin haber conocido el placer que se obtiene a través de un mesurado esfuerzo, como les ocurre a las Perseidas, a quienes en su desmesurado frenesí los árboles les impiden ver el maravilloso bosque galáctico.