Progreso ciudadano

España es un país que históricamente ha demostrado un empecinamiento  obstinado y harto intratable por mantenerse añejo. Somos de envejecer  hasta el exceso, y no hablo de la población y su edad.

  

No tengo una memoria especialmente rica en detalles, pero poco más y  se nos crea un blog nuestro no tan lejano conocido Francisco Paulino,  Franco para los amigos, o se pone a publicar sus quehaceres en  twitter. Ya saben, como hace la juventud ahora. Juventud a la que  pertenezco, porque la edad me obliga. La cuestión es que cuando me  dejo arropar por los libros de historia, que me dicen cómo le ha ido  al mundo antes de mi nacimiento, me doy cuenta de esos problemas. Es  decir: no nos particularizamos por progresar ideológicamente antes que  los demás, desde luego. Eso, aun siendo joven, puedo entenderlo si  hago algo tan sencillo como ir a una biblioteca.

  

Ojalá el presente y el futuro cercano discrepe con lo que acabo de  afirmar, porque tenemos la oportunidad. A fecha de 27 de mayo de 2015,  apenas tres días después de unas elecciones municipales y autonómicas  parciales en el territorio español, podemos estar ante una evolución  ideológica y política muy importante para nuestra historia. 

  

Dejando a un lado a quienes creen que nos abocamos hacia una  realidad catastrófica, basándose en pruebas, indicios y directrices  imaginarios, lo palpable es que mientras Europa lleva años abogando  por un feudalismo bancario intratable, aquí, no en un gobierno  nacional sino en pequeños, muy distintos y desperdigados lugares,  puede aflorar una nueva forma de hacer política. 

  

La democracia es un ente lingüístico que añora la pluralidad como  base de su razón de ser, y puede que eso al menos le hayamos devuelto  ya, aunque sea un poco. La política si hiciera honor a su etimología y  significado, existiría por y para el ciudadano, y eso es algo que se  hace necesario recuperar. 

  

Resulta que evolucionamos históricamente por pura inercia, por puro  paso del tiempo. Pero progresar, encontrar una mejora sustancial  debido a esa evolución, ya es otro asunto más intrincado. Permítanme  la creencia de que la megalomanía económica, basada en la riqueza  personal desmedida, ya ha tenido bastante tiempo para intentarlo.

  

Iría siendo hora de un nuevo ideal político. Uno que use el dinero  como herramienta para salvaguardar lo importante, que son los derechos  del ser humano y algo inestimable como es la cultura; ya que hasta  ahora las herramientas han sido los derechos, la cultura y el ser  humano, con el fin de preservar fortines económicos.

  

Siempre es pronto para hablar del futuro, porque no es el presente,  pero ojalá, por una dichosa vez, seamos nosotros los primeros en dar  ese paso necesario para la civilización. A base de pasos pequeños,  pero firmes.