"Parece que la felicidad no vale si no tiene público"

El otro día, en un concierto, miré a mi alrededor y vi cientos de brazos en alto. No aplaudían. Grababan. Cada uno encerrado en su pequeño rectángulo luminoso, empeñado en capturar lo que estaba pasando…, justo mientras se lo perdía. Parece que ya no basta con vivir algo, hay que demostrar que lo vivimos. Que la felicidad no vale si no tiene público. Nos cuesta recordar sin foto, disfrutar sin prueba, mirar sin compartir. El presente ya no se vive, se (re)produce.

Y lo peor es que somos conscientes. Sabemos que al grabar nos alejamos, pero algo (el algoritmo, el ego o ambas cosas) nos convence de que si no lo mostramos es como si no hubiera pasado.

Quizás un día dejemos de documentar para volver a vivir. Aunque me temo que, cuando eso ocurra, alguien lo grabará para poder contarlo.