Ada Colau no sabe lo que es la economía, una frágil realidad en la que uno tiene que estar muy atento, y hacer los cambios con mucho cuidado y nada abruptos para no crear incertidumbre. Ella es todo lo contrario: yo y los míos tenemos la razón, y los cambios los producimos rápido, a la manera troskista, siguiendo la revolución permanente como apuestan algunos de sus concejales. Las luces de led no gastan, forman parte de un cambio de ciclo que a los ciudadanos nos puede sacar de la monotonía del invierno, y benefician a la imagen de la ciudad, de la que económicamente la ciudad depende. Un dardo más contra la idea de una ciudad potente y económicamente fuerte. Una lástima ser gobernados por tal inexperiencia.