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"Móviles en las escuelas: prohibir no es educar"

Un grupo de adolescentes juega con el móvil.

Un grupo de adolescentes juega con el móvil. / Marta G. Brea

El debate sobre la prohibición de los teléfonos móviles en primaria y en los primeros cursos de secundaria vuelve a estar sobre la mesa, pero a menudo parece que siempre llegamos al mismo punto: prohibir o permitir. Y, sinceramente, creo que esta es una mirada demasiado simplista para un tema que afecta de lleno a la educación y a la convivencia.

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Es cierto que muchos expertos defienden la prohibición como una vía para mejorar la atención y reducir conflictos. Y no les falta razón al afirmar que los niños necesitan espacios libres de distracciones digitales. También es comprensible la inquietud de muchas familias que ven el móvil como un elemento de seguridad o como una herramienta inevitable en la sociedad actual.

Sin embargo, centrar la discusión únicamente en el 'sí' o el 'no' al móvil es perder de vista lo esencial: educar en un uso responsable. Si apartamos completamente la tecnología de la escuela, ¿cómo pueden aprender a gestionarla? ¿Cómo les preparamos para un mundo donde el móvil es omnipresente? La prohibición puede aliviar algunos problemas inmediatos, pero no resuelve el fondo de la cuestión. Las escuelas deberían apostar por una educación digital real, normas claras y coherentes y una implicación conjunta de familias y docentes.

El objetivo no debe ser evitar la tecnología, sino aprender a convivir con ella. Educar no es eliminar obstáculos, sino dar herramientas para afrontarlos.

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