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"Acabar con la corrupción"

PI STUDIO

La corrupción devora lo que con tanto esfuerzo construimos. Se alimenta del egoísmo y la codicia, sin respetar a nada ni a nadie. Es una fuerza destructiva que invade todos los rincones de la sociedad, destruye la confianza y convierte los servicios públicos en un campo de saqueo para unos pocos. El daño no solo es material, con millones de euros malversados, sino que afecta a lo humano: la desesperanza de los ciudadanos, la desigualdad creciente y el despojo de derechos básicos, como salud, educación, agua potable y otros servicios esenciales.

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Las instituciones, desmoronadas desde dentro, pierden su capacidad de proteger a la ciudadanía. Los recursos destinados al bienestar común son desviados por aquellos que buscan poder y dinero, mientras la mayoría queda indefensa ante este despojo sistemático. No hay tiempo para palabras tibias. Es urgente actuar con firmeza y hacer que corruptores y corruptos enfrenten consecuencias severas: penas ejemplares y un proceso de purga que les obligue a devolver lo robado y reparar el daño infligido.

Es esencial restaurar la confianza en las instituciones, aunque las cicatrices de la corrupción serán difíciles de sanar. Las penas deben ser más severas, con multas elevadas, el fin de los aforamientos y la prohibición de que quienes han corrompido el sistema regresen al poder. Las empresas corruptas deben ser excluidas del proceso de licitación pública sin excepciones. Además, la transparencia y la rendición de cuentas deben ser la norma, no la excepción.

La renovación de España no sucederá por sí sola. La democracia es una responsabilidad que debe defenderse. La indiferencia ciudadana es uno de los mayores enemigos de la nación, pues la lucha contra la corrupción no es solo política, sino una cuestión ética y de supervivencia. Mientras no haya un cambio real, España seguirá enferma, ya que la indiferencia está descomponiendo la democracia y acercándonos al abismo populista.

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