Obras interminables en la estación de FGC de Provença

Hace más de un mes comenzaron las obras de ampliación del andén dirección Sarrià en la estación de Provença de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC). Según informó en su día la Generalitat a los vecinos de la zona, la primera fase concluirá a finales de este verano y el total de las obras tienen prevista una duración de 23 meses, en cuatro fases. Justo debajo del edificio en el que vivo, en la acera del lado mar de la calle de Rosselló con la calle de Balmes, hace unas cuatro semanas abrieron una larga zanja de más de 50 metros, que protegieron con numerosas vallas y sobre la que colocaron unas planchas metálicas muy estrechas para dar acceso a viviendas y locales. Pues bien, esa zanja continúa todavía prácticamente igual que al principio: abierta, vallada y sin apenas operarios trabajando en la misma durante todo este tiempo, según he ido observando.

De seguir ese ritmo, la ejecución de las obras de ninguna manera cumplirá los plazos previstos, serán interminables –como las obras en la plaza de Lesseps o las Glòries-. Ni la primera fase concluirá este verano de 2017 -más bien para el 2018-, ni la obra completa estará acabada en los casi dos años anunciados. Y como siempre, quienes sufriremos las molestias y demás consecuencias seremos los vecinos, comercios y bares y restaurantes de la zona, a los que se les priva de sus terrazas -unos de forma temporal y otros definitivamente-, con la consiguiente pérdida económica y de clientela que ello supone.

Diez años atrás, en esta misma zona sufrimos otra obra casi faraónica que duró más de cuatro años: el transbordo del metro de Diagonal a FGC. Pienso que antes de emprender una empresa de tal magnitud, las administraciones competentes (Ajuntament, Generalitat…) deberían calibrar con más tino las consecuencias de las mismas para todos y acotar los plazos de ejecución al tiempo imprescindible, pues no es de recibo comenzar unas obras, dejarlas a medias un sinfín de días o semanas, prolongarlas en el tiempo, y por tanto, prolongar los trastornos que conllevan.

Y, por supuesto, otra consecuencia grave de todo esto es que el presupuesto inicialmente previsto se engordará de forma injustificada como es habitual en la obra pública que, al final, acabaremos pagando los ciudadanos.