BENEÏDA HEMEROTECA

Prenafeta: "Els diners serveixen per comprar la pròpia llibertat" (1990)

L'exsecretari general de Presidència de la Generalitat reconeixia en una entrevista publicada per EL PERIÓDICO la seva fidelitat absoluta a Jordi Pujol

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Lluís Prenafeta, exsecretari general de Presidència de la Generalitat i 'alter ego' de Jordi Pujol durant 10 anys, avui imputat pel 'cas Pretòria', assegurava en una entrevista publicada per EL PERIÓDICO el 1990 que en els seus patrons ètics l'amistat i la lleialtat estaven per sobre dels diners. "Per a mi, no és important tenir diners; quan tenen importància és quan no en tens. Jo no sóc un home que ambicioni els diners, i crec que ho he demostrat moltes vegades. El que em preocupa és no tenir-ne. Si em poso la mà a la butxaca i hi trobo el que necessito, ja en tinc prou".

En l'entrevista, firmada per Gabriel Jaraba, Prenafeta reconeixia els seus orígens humils però relativitzava la seva imatge pública marcada per ser considerat el poder a l'ombra del Govern: "Els diners serveixen per comprar la pròpia llibertat. Mentre això sigui veritat, ja em va bé; però no crec que serveixin per a gran cosa més". Sobre les relacions amb el president Pujol, Prenafeta era diàfan en la seva resposta: "El que el president em demani, l'hi faré. No ho faria per ningú més".

Aquesta és la transcripció de l'entrevista publicada el 1990 i firmada per Gabriel Jaraba:

Lluís Prenafeta, exsecretario general de la Presidència de la Generalitat, el alter ego de Jordi Pujol durante diez años, el hombre que ha logrado personificar como nunca en Catalunya el paradigma del poder político, económico y personal, descubre una personalidad llena de matices. Quizás por ello llegó a convertirse en un extraño en el paraíso este asesor agnóstico de un presidente católico, que veranea en un sector de Cabrils que se llama Sant Crist, y que pone siempre en primer plano de los valores humanos el de la lealtad.

En corto y a la mesa, este hombre de estatura corta, que dice darle al dinero el justo valor que tiene, y que se confiesa motivado por la fuerza de la ilusión, es otra cosa. El león es distinto de como lo pintan. Y este león, al menos en verano, no parece hecho para figurar en los pendones de la cruzada de Ricardo; es más propio del estandarte artúrico de Pendragón .Las nieblas de Avalon producen muchos matices que hacen resaltar los rasgos humanos.

—Se dice que usted tiene bastante con nueve o diez días de vacaciones. 

—Sí, y con menos también.

—Yo creía que era una persona de las que nunca se aburren.

—No, yo no me aburro nunca. Pero le tengo pánico al tedio, que puede llegar de muchas maneras. Por ejemplo, teniendo una convivencia social desagradable.

“Yo sé cerrar muy bien las escotillas, Cuando me iba de la Generalitat por la noche, ya no existía para mí”

—Hay gente que se aburre cuando no tiene nada productivo que hacer.

—En realidad ,uno está produciendo siempre, porque la producción no es necesariamente la mercantil. Puedes producir para enriquecerte espiritualmente. Puedo pasarme cuatro o cinco

horas tumbado en un sofá escuchando a Mozart.

—Y eso es productivo.

—Mucho.

-—Porque luego tiene una consecuencia productiva.

—No necesariamente en el sentido industrial. Es productivo porque relaja y satisface.

—Cuando escucha a Mozart, ¿se le ocurre alguna solución a un negocio?

—No, no, escucho a Mozart y basta. Además, tengo una facultad, que, por lo que veo, posee poca gente: yo sé cerrar muy bien las escotillas. Cuando salgo de un despacho, me olvido por completo de lo que acabo de hacer. Cuando estaba en la Generalitat al marcharme a las 9 o las 10 de la noche, la Generalitat ya no existía para mí.

—También le sucede eso en la vida personal?

—Sí, también.

—¿Le permite ello tener una vida privada satisfactoria?

—Alguien que me conoce mucho me decía el otro día: “Tú estás fuera del horóscopo”. ¡Es muy fuerte eso, es muy bueno! Me parece un poco exagerado, pero algo verdad sí es.

—Hasta ahora, estas reflexiones sólo nos llegaban en boca de empresarios norteamericanos; los de nuestro país suelen hablar de dinero o de poder.

—Esa es una de las grandes deficiencias de nuestro país. Para mí, no es importante tener dinero; cuando cobra importancia es cuando no lo tienes. Yo no soy un hombre que ambicione el dinero, y creo que lo he demostrado muchas veces. Lo que me preocupa es no tenerlo. Si echo mano al bolsillo y encuentro lo que necesito, ya tengo bastante.

—¿Dice eso porque en algún momento usted o su familia no han tenido dinero?

—En casa, que yo recuerde, siempre que hemos echado mano al bolsillo ,poco o mucho, siempre hemos encontrado algo.

—Pero su padre era un obrero.

—Mucho, y él sí que sufrió privaciones. Pero la familia, no. Incluso, en tiempos del estraperlo, que no sé si recordará usted, mi madre iba a comprar alguna vez pan blanco a los contrabandistas…

—…a la Torrassa.

—iExactol

—Cerca de allí saltaban de los trenes las mujeres que traían el estraperlo a Barcelona.

—¡Exactamente! Mire cómo lo sabe. A lo mejor también iba usted...

—Su padre colocó, adoquín a adoquín, parte del pavimento de la calle Balmes.

—Mi padre venía de una familia pobre, muy pobre, con el padre muerto, con ocho hermanos, que se apretujaron en un pisito de Sants... lo debieron pasar duro, sí. Pero, bueno, como mucha gente.

—¿Cuál es el punto en que el dinero deja de tener importancia?

—Cuando se le deja de dar valor. Un duro, si no lo tienes, tiene el valor de un duro. Cuando llevas varios en el bolsillo, no tiene el mismo valor.

—¿El dinero lo puede todo?

—El dinero sirve para comprar la propia libertad. Mientras eso sea verdad, ya me va bien; pero no creo que sirva para gran cosa más.

“La gente de este país tiende a exacerbar el valor del dinero ,y la sociedad civil se achata, como ahora, lo cual es peligrosísimo”

—¿Sirve también para construir la propia cárcel?

—La historia está llena de esos casos.

—Lo digo porque últimamente vimos en una sociedad que no para en mientes para enriquecer se de cualquier modo.

—Eso es verdad. Este país tiene una tendencia, diría que congénita, a mirarse la cartera, y esto es fatal.

—Así que no es un fenómeno nuevo.

—No. La historia nos lo muestra. En las épocas de prosperidad, el país declina por exceso de bonanza. La gente de este país tiene tendencia a la comodidad, a exacerbar el valor del dinero,

justamente en el sentido contrario del que estoy hablando y, la sociedad civil se achate, como ocurre ahora, lo cual es peligrosísimo.

—¿Cómo se manifiesta ese achatamiento?

—Yo sitúo el achatamiento así: primero, achatamiento de los principios; segundo, achatamiento de las convicciones; tercero, achatamiento de las actitudes; cuarto, achatamiento de la imaginación y de la iniciativa

—El achatamiento de los principios lleva, entonces, a pensar que todo vale, mentira y difamación también?

—Exacto. Y se acentúa mucho la envidia. Este es un país profundamente envidioso. La envidia aumenta en épocas de prosperidad,  no de crisis.

—¿Por qué es Catalunya un país envidioso?

—Porque es pequeño y todos nos conocemos. Se sabe con mayor facilidad si uno cambia de coche o de casa, y eso genera envidia ,sobre todo en la desaforada carrera de despropósitos

que significa el consumo por el consumo.

—¿A qué principios se refería usted cuando hablaba del achatamiento?

—Cada cual tiene los suyos; no quiero dogmatizar.

—Pero en algún momento usted ha enfatizado el honor.

—Valoro mucho el honor, pero también valoro mucho la lealtad. Que cada cual tenga sus principios, y que los cumpla con convicción ,y que las situaciones de bienestar no le lleven a

ablandarlos ,como es evidente ahora. 

—¿Se considera un hombre de principios?

—Sí indudablemente. Yo cambio muy poco.

—¿Y cuál sería el pequeño decálogo de sus principios?

—Tengo un acentuado sentido de la lealtad y el honor; cierto sentido del orgullo, lo que a veces no es malo, y tengo mi decálogo ético y moral. No tengo principios religiosos p, ero los otros sí, y profundos.

—Y la amistad es uno de ellos.

—Sí, pero la sitúo más en el terreno de la lealtad. Amistad es lealtad.

—A veces, Jordi Pujol trata de explicar esto; lo hizo el verano pasado.

—Sí, entonces ya le empezaba a preocupar.

“Catalunya es un país profundamente envidioso. La envidia aumenta en épocas de prosperidad, no de crisis”

—Pero se echa de menos que los patricios, como se decía antes, hablen de ello en la perspectiva de una sociedad abierta.

—Es que tenemos la sociedad que tenemos, ¿eh? Y aquí, la sociedad, los patricios, los dirigentes que podrían dar ciertos ejemplos, son los que menos lo hacen. Y ésa es otra de nuestras taras; aquella parte de la sociedad que se dice más elevada acaba pagando siempre con palabras y no con hechos. Yo tengo ejemplos decepcionantes.

—¿Cree usted que vivimos en una parte del mundo que tiende hacia mayores cotas de libertad?

—Déjeme decirle un exabrupto: se me’n refot. Es el mundo que me toca vivir, y procuro hacerlo, como dice Leopardi, con la máxima ilusión posible. Encuentro, y sigo citando a Leopardi, más el placer y la satisfacción en las ilusiones. A veces, cuando se convierten

en realidades dejan de producir satisfacción, y hay que buscar otras.

—¿Cuáles son sus ilusiones?

—Tenerlas.

—¿Por las personas o por las cosas?

—Por todo.

—¿Por amasar fortunas?

—No.

—¿Nunca entraría en esa espiral?

—Cuidado, yo no desdeño el dinero, pero no entra dentro de mis prioridades y objetivos .Si me viene dado ,de acuerdo, pero no tomo las decisiones con el dinero como objetivo.

—Además de ilusionarse, ¿se emociona?

—Difícilmente A, veces puede emocionarme alguna pequeña cosa, pero es muy difícil que me emocione. Soy un hombre, creo, bastante sereno. Frío no, en absoluto.

—Quizás alguien no entienda cómo puede no ser frío alguien que no se emociona.

—Como decía Josep Pla, hay apasionados en frío y apasionados en caliente. Dios nos guarde de encontrarnos con apasionados en caliente. A mí puede considerarme un apasionado en frío.

“Tengo mi decálogo ético y moral. No tengo principios religiosos, pero de los otros sí, y profundos”

—¿Es tolerante?

—En eso creo que he evolucionado. Yo era bastante intolerante, intransigente e inflexible .Ahora aún debo serlo, pero bastante menos; a base de ir recibiendo palos...

—¿Ante qué debilidad humana es usted más tolerante?

—Con todas aquellas que no provengan de la perversidad o la maldad.

—¿Existe el mal como un ente palpable y presente?

—Sí. El mal existe como existe el dolor. Es más difícil aceptar que exista el bien o la felicidad. ¡Caramba, ya he hecho una frase!

—¿Se considera usted un hombre bueno?

—No me considero un hombre malo.

—El empresario que un día se decide a hacer política ¿se equívoca?

—Sí, totalmente. Yo también me equivoqué. Cuidado, voy a matizar. No estoy arrepentido de haber dedicado diez años de mi vida a la política. Pero no compensa. Creo que un empresario

ha de hacer de empresario ¿Por qué fui, entonces, a la política por diez años, ya que yo era empresario? Pues por lealtad a una persona que me pidió que la ayudase .Luego me encontré en la rueda de la dinámica del ejecutivo y me quedé diez años. No querría que se me malinterpretase. Lo que soy, poco o mucho, lo debo en gran parte al presidente Pujol, que me ha brindado oportunidades únicas que se dan en muy pocos casos en Catalunya. Para mí, eso no tiene precio.

—¿Hay políticos dignos de ese nombre en este país?

—Sí, sí.

—Quizás no muchos.

—No conozco muchos, pero los hay.

—¿Se cuentan con una mano los políticos que hay en España?

—Los estadistas, sí. Políticos, hay más. Y los que viven de la política son infinidad.

—Hablaba usted de política, de lealtad y de Pujol. ¿Pujol está rodeado de personas leales?

—Sí, En su entorno de Presidencia, sin duda alguna. Y en su entorno general, creo que también.

—Usted ha estado expuesto a todas las miradas. ¿Cómo ha vivido esa exposición pública?

—Hube de revestirme de una protección, me creé una especie de coraza, que no se corresponde con la realidad de mi persona Quizás me equivoqué, pero hube de protegerme. Veía demasiados buitres a mi alrededor. Lo que pasa es que los que están en la política 

la complican sin necesidad. Todo debería ser, y podría ser, más fácil.

—Parece una paradoja. Usted llega a convertirse en el paradigma del poder político y  económico en Catalunya. Y en una sociedad que glorifica ese paradigma, resulta el blanco de todas las iras.

—Existe una respuesta para eso. He sido un político que ha tomado decisiones. El político que las toma es objeto de elogios y de críticas: cuando he estado en la política he tomado decisiones continuamente. Me dirá usted, ¿es que los demás no las toman? Hombre, pues toman muchas menos de las que deberían. ¿Y eso por qué? Porque a veces es un modo de comprar la propia impunidad, ¿estamos?

—¿Qué ha aprendido en sus diez años de político?

—Positivo, mi relación con el president Pujol, personal y política .Otras cosas positivas también, pero que sería prolijo enumerar. Además, he acentuado el sentido de la desconfianza, de la protección, de la cautela. Uno aprende que es un juego en el que hay excesivas cartas marcadas. Me ha convertido en un hombre más sereno, más cauteloso y más tolerante.

“En España, los estadistas caben en una mano. Políticos, hay más. Y los que viven de la política son infinidad”

—En esos años, además de Pujol, ¿ha conocido a personas que le hayan impresionado?

—Sí. Uno es Raymond Barre. Otro, Andreotti. Un personaje que me ha impresionado por su profundo sentido de la lealtad es mi amigo Sabino Fernández Campo. Y de aquí, nadie más.

—Ni en las filas de otro partido.

—Nadie más. No digo que no haya políticos honestos, o que lo hagan bien, sino que me hayan impresionado. Otro personaje a quien e tengo especial simpatía es Heribert Barrera. Es un hombre de palabra. Nunca ha dejado de cumplirla cuando la ha empeñado con nosotros.

—¿Hay hombres de palabra en las filas socialistas?

—Sí, los hay también, naturalmente.

—¿Se ha enganchado con la política?

—No, me he desenganchado.

—¿No tiene mono?

—No, qué va. Estoy actuando con una intensidad tremenda, me muevo mucho, y no sólo en la actividad económica, y como estoy muy absorbido por esas ilusiones nuevas, ya no estoy con 

cosas pasadas .Nunca he tenido la suficiente vocación política. Y sería injusto decir que he sufrido en la política. 

—Usted sigue conservando cierta responsabilidad política.

—No, ninguna, en absoluto. Pero si mi amigo Jordi Pujol me dice, ve a Lisboa y haz una gestión con el presidente de la república, la hago .Y todas las cosas que me pida de este tipo. Pero desde el punto de vista institucional y político, cero responsabilidad ahora, y cero responsabilidad, con toda seguridad, en el futuro. Etapa concluida.

—¿No hubiera sido mejor cortar del todo?

—¿Cómo se puede cortar una amistad? Lo que el presidente me pida, se lo haré. No lo haría por nadie más.

—Es curiosísimo cómo casan dos personalidades tan opuestas. Por ejemplo, él es católico y usted es ¿agnóstico o ateo?

—Yo soy agnóstico. Es muy difícil ser ateo.

—Cuando usted apareció en la escena política se vio que aquello no era normal.

—¡Me colé! Yo era nuevo, y ni los políticos ni los periodistas o entendieron. Como soy pequeño, me colé por debajo de la mesa Pero del mismo modo que llegué me fui, y no pasa nada.

—¿Ahora que se ha ido qué tiene?

—Muchas ilusiones. Sí, sí, muchas, no sólo una.

—Había usted de la ilusión como si fuera la energía nuclear.

—Sí, tengo necesidad de tener ilusiones porque si no me hundiría. Un hombre sin ilusiones no es nada.

—Y el amor, ¿qué es?

—El amor también es una ilusión. Lo que pasa es que el amor es pendular.

Con el tiempo, hay muchas clases de amor dentro del amor. Y hay que revitalizarlo, porque cuando lo dejas de regar, cae. En cierta manera, es el motor de la ilusión.

—Es curioso oír hablar de ilusión a un hombre tan realista.

—Porque no le doy un sentido ilusorio. Si quiero formar una empresa, he de tener ilusión por hacerlo. Seguro que cuando la empresa esté formada, la ilusión disminuirá y, entonces deberé

tener una nueva ilusión .Eso es absolutamente vital justamente para ser realista. Y por otra parte, yo soy un hombre de método. No olvide que mi libro de cabecera es El discurso del método, de Descartes.

—¿Cómo ve la situación económica de Catalunya?

—Creo que vamos a tener aún un tiempo bueno, pero hay que ir con cuidado. No hay que pensar que esta bonanza vaya a durar toda la vida. A pesar de que casi todos los indicadores

son buenos ,hay uno preocupante año tras año perdemos competitividad. Eso es fatal, y lo pagaremos caro. A corto plazo, la situación es buena; a medio, complicada.

“Lo que el ‘president’ Pujol me pida en cuanto a gestiones políticas se lo haré. No lo haría por nadie más”

—Dentro de sus nuevas actividades de empresario potenciado, ¿en qué campos va a moverse?

—¡Hombre, si lo digo, todo el mundo me copiará, y entonces tendré competencia! No, más que en el campo industrial, mucho más en el campo financiero.

—¿Está creando un imperio económico?

—Crearé todas las cosas que pueda.

—Pero se le podría llamar un imperio económico?

—No. . eso es una tontería .Fíjese en algunos imperios.

—¿No llegará e ser el Donald Trump de Catalunya?

—No, caramba, que se ha dado un buen coscorrón.

—Antes de dárselo.

—Lo que pasa es que Trump no tenía método.

—Pero tenía vista, por lo que llegó a edificar.

—Sí, pero con créditos. Trump hizo cosas formidables, pero siempre debiendo el dinero.

—Y eso es un problema de método.

—Bueno, hay muchos métodos. Pero hay mucha gente, en todos los campos, que ni siquiera posee método.

—Y los papeles institucionales que tiene, por ejemplo en Petrolis de Catalunya o en el Túnel del Cadí?

—No, no es institucional. Hay que puntualizar. Yo he ido a estas dos sociedades porque me lo han pedido. En todo caso, Petrolis de Catalunya es una sociedad que puede desarrollarse mucho y bien. En Túnel del Cadí soy consejero.

—Y probable presidente.

—Ya veremos.

—Usted mira a las mujeres.

—Naturalmente. Y me gusta a buena comida. No la cantidad sino la calidad; me gusta una tortilla de un huevo bien hecha. Y rodearme de todo lo que me produce satisfacción, aunque sean cosas epicúreas. Disfruto en una mesa con los amigos discutiendo del vino.

—No le veo como un hombre de hobbies.

—No, en absoluto, no tengo ninguno. Bueno, los cigarros puros sí. Pero sólo fumo dos al día, aunque no puedo dejarlo. Lo otro sí, pero esto no puedo dejarlo.

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—¿Lo otro es la política?

—No, no, je, je. Me refiero a un whisky, al vino o a una buena comida. Pero ya ve, le hago una confesión, siempre he de fumarme un puro.