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Artur Mas debe tener, en estos momentos, la misma sensación que tuvo el rey inglés Ricardo III cuando, según William Shakespeare, se quedó sin caballo en la batalla de Bosworth Field, el 1485. "Un caballo, un caballo, mi reino por un caballo ", le hace decir Shakespeare al desesperado protagonista de “Vida y muerte del rey Ricardo III” cuando ve como sus tropas retroceden y acaba muerto a manos de su rival, el conde de Richmond.

El presidente de la Generalitat en funciones no necesita un caballo sino un diputado. Pero este diputado -que lo pondría por delante de sus adversarios en las votaciones para reelegir presidente- no llegará. Las pocas esperanzas que tenía de pescarlo entre los votos llegados del extranjero se desvanecieron miércoles.

La espada que puedenle clavar Inés Arrimadas, Miquel Iceta, Lluís Rabell y Xavier García Albiol no es la metálica que acabó con la vida de Ricardo III sino la política que le dejará sin mayoría simple si algún diputado electo no le echa un cable. ¡Le da su voto, vaya!

Esperanza Aguirre se encontró en una situación similar, en 2003, cuando le faltaba un diputado para invertir la mayoría favorable a los socialistas e IU en la elección de la autoridad máxima de la Comunidad de Madrid. Inesperadamente, dos diputados socialistas no aparecieron el día de la votación decisiva y se tuvieron que convocar nuevas elecciones, que dieron la mayoría absoluta al PP. Nunca se ha sabido las razones reales de la actitud de los dos diputados traidores.

Los partidarios de que Mas continúe como presidente de la Generalitat se esfuerzan desde la noche electoral en buscar los dos diputados catalanes que puedan copiar el modelo madrileño. ¿Se saldrán con la suya? No es fácil. Quien más maduro dicen que está para ayudar a Mas es el escritor Julià de Jódar, último diputado de las CUP por Barcelona. Pero el escritor badalonés debería ir más allá que los tránsfugas socialistas madrileños. Debería aparecer en el Parlamento el día de la votación del Presidente de la Generalidad y escribir el nombre de Artur Mas en su papeleta.

Así y todo no sería suficiente porque se produciría un empate a 63 votos, insuficiente para la proclamación de presidente.

¿Donde conseguir el voto de otro diputado que todavía haría falta? ¿En el banquillo de las CUP? ¿En el de 'Cataluña Sí se Puede'? Los ojos de los partidarios de Mas se habían fijado en la cabeza de lista leridana de esta candidatura, Sara Vilà, que votó Sí-Sí en la consulta del 9 de noviembre. Pero Sarà Vilà no salió elegida diputada el pasado día 27. ¿Joan Josep Nuet, sexto diputado por Barcelona? El líder de Izquierda Unida y Alternativa, que se proclama independentista, no parece demasiado animado a facilitar la elección de Mas.

Cuesta imaginar qué as esconde en la manga el actual presidente de la Generalitat para conseguir lo que en estos momentos se antoja imposible. Pero también parecía imposible que convenciera a Oriol Junqueras para ir juntos en la misma lista y la consiguió.

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Se salga o no con la suya, es discutible que tenga sentido empeñarse en continuar en la presidencia teniendo en cuenta que la inestabilidad parlamentaria permanente estaría garantizada si un milagro lo salva a última hora. Si el proceso independentista depende de que Mas siga liderándolo es que no es tan sólido, autónomo y espontáneo como pregona.

Algún escritor debería imitar a Schakespeare y escribir una obra de teatro que podría titularse "Vida y muerte de Artur I". Albert Boadella estaría encantado de dirigirla.