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Tratamos mal al medio ambiente, tratamos mal a los animales, tratamos mal a las personas que nos rodean y nos tratamos mal a nosotros mismos.

No solo no nos cuidamos, sino que si podemos, maltratamos a nuestros semejantes. Intentamos utilizarlos como sparrings con los que descargar nuestras frustraciones, los utilizamos para conseguir nuestros propios beneficios, les pisamos si podemos y los humillamos para poder sentirnos importantes.

¿Qué nos está pasando? ¿Cuánto vamos a tardar en darnos cuenta de que el modelo competitivo que tenemos no funciona? ¿Qué más tiene que ocurrir?

Si analizo a mis alumnos, pacientes y clientes, veo que menos del 20% tienen problemas médico-biológicos; es decir, que más del 80% de mis clientes sufren a causa de motivos ambientales provocados por motivaciones perversas de las personas que les rodean.

Compañeros de trabajo tóxicos, jefes maltratadores, familiares déspotas, profesionales poco implicados y agentes educativos con mala praxis acaban provocando trastornos psicológicos como ansiedad o depresión, enfermedades, ambas, que han visto incrementada su prevalencia alarmantemente en los últimos años en todas las franjas de edad.

No podemos seguir así. Cada vez se caen más personas del sistema con desajustes psiquiátricos. ¿Qué te parece si en vez de buscar sofisticados parches al problema, vamos a la base del mismo?

Hay muchas áreas que trabajar y repensar, pero creo que, particularmente, empezaría por potenciar la compasión y la cooperación con otras personas.

Compartir y ayudar es una fortaleza emocional que se puede trabajar, aprender y desarrollar. Cuando contribuimos con nuestro talento, cuando hacemos algo por alguien, estamos disfrutando de una experiencia positiva que reporta mucha satisfacción y bienestar a ambas partes implicadas.

Para mi la compasión es una fortaleza emocional extraordinaria que debería estar más extendida. La compasión supone que te importa lo que le pasa, siente o piensa la persona que está cerca de ti.

Cuando te importa algo es más fácil pasar a la acción y hacer algo constructivo. Coopera, no compitas. No utilices a las personas que tienes cerca, respétalas, son personas como tu. Adopta una actitud compasiva, te hará más feliz que la competición despiadada, créeme.

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He visto a muchas personas competitivas dejando un rastro de sufrimiento y tristeza detrás… Personas que nunca han llegado a ninguna parte y que no han permitido que nadie más lo hiciera. Personas que lo único que han conseguido es crear un panorama desolador.

Coopera, ayuda, interésate por los demás, desde el respeto, desde el deseo de construir algo juntos que sea bueno para muchos y no solo para unos pocos. ¿Sabías que uno de las propuestas centrales del Budismo, si, del que habita en Nepal, es que la compasión y la cooperación te proporcionarán la felicidad?