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Ningún niño nace odiando. El odio es una emoción aprendida, una actitud que se inculca, una emoción que, citando a Stendhal, nace de la diferencia. Viendo las noticias, la falta de valores y los conflictos que sufrimos, parece que nos esforzamos en que los niños acaben siendo maquinas de odiar a sus semejantes.

El odio es una emoción que nace de la unión de la ira y de la focalización en una persona o colectivo. Para poder sentir odio debemos cognitivizar la ira, es decir, que el odio no es una emoción básica, sino que es una emoción compleja que requiere de una elección consciente de un foco sobre el que dirigir nuestra ira.

El odio nace de la ira. ¿Pero de donde nace la ira que da pie al odio? De la frustración. Te propongo un ejercicio, valora tu nivel de frustración del 1 al 10. Ahora vuelve a puntuar tu nivel de frustración, Sin engañarte, sin mezclar lo que te gustaría con la realidad. ¿Coinciden ambas puntuaciones? Tenemos un estilo de vida que no favorece precisamente la satisfacción. La frustración y la creación de necesidades son las monedas habituales de cambio en los días que nos ha tocado vivir.

Pero volvamos al odio, El odio consume una gran cantidad de energía, lastima que no se invierta en algo mas constructivo. Esta energía hace que te focalices en la persona odiada y que empieces a delirar. Poco a poco te desconectas de la realidad y ves fantasmas donde no los hay. Crees que la persona odiada hace lo que hace para provocarte y que eres el centro de su vida... Nada mas lejos de la realidad, de hecho estas proyectando lo que te ocurre a ti. Claro como consecuencia tu pensamiento entra en resonancia negativa por lo que estas más insoportable, tu pareja empieza a no aguantarte, tus compañeros de trabajo se agobian con tus paranoias y ademas cometes más errores ya que tienes la cabeza en otro lugar, de tal manera que se complica más tu día a día...

¿Todavía no te has dado cuenta de lo primitivo que es sentir odio? Ademas la mayor parte de personas odiadas no han hecho nada para ser odiadas, tan solo cruzarse con una persona frustrada que tiene un proceso de pensamiento bastante simple y que ha decidido focalizar su atención en el lugar no adecuado, es decir en ti en vez de en él y en sus problemas.

Tennessee Williams cree que el odio es un sentimiento que solo puede existir en ausencia de toda inteligencia. Yo no sé si tiene razón o no pero lo cierto es que un proceso de pensamiento más elaborado y ajustado se basa en una buena capacidad de análisis y una exquisita capacidad para tomar decisiones. Si analizas bien y eres valiente para tomar las decisiones adecuadas, es difícil que llegues a sentir odio alguna vez en tu vida. Si tienes un problema con alguien soluciónalo, pero no le odies. Si no te gusta una persona, ignórala, pero no la odies. Si te sientes inferior no odies al mundo gana en seguridad. Si quieres tener mas dinero piensa en cómo puedes conseguirlo en vez de odiar a quien lo tiene. Te animo a que lo hagas, porque el odio genera violencia... No lo olvides, cuando por fin se va el odio llega la paz

Cambia el primitivo odio por la sofisticada y productiva compasión. No somos tan diferentes. Todos, más o menos, queremos vivir en paz, disfrutando de una vida plena y de la compañia de las personas que amamos. No busques la diferencia, busca la concordia, no eres tan diferente de la persona que tienes al lado. Te aseguro que he tratado con personas muy diferentes, de nivel social, económico o cultural muy diferente, de países, culturas y religiones muy diferentes; y no he visto ninguna diferencia entre ellas suficientemente importante como para justificar el odio, la muerte o el dolor.

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Canaliza tu ira en positivo, haz que se torne la rabia del deportista que le otorga mas fuerza para conseguir su objetivo. Tan solo de esta manera serás capaz de aprovechar en positivo un enfado. Que tu ira sea tu impulsora al cambio.

Recuerda que, citando a Mandela, un niño no nace odiando a nadie por sus creencias, religión o color de la piel. No se lo enseñes tú con tu ejemplo. Enséñale a gestionar la frustración, a aprender de los errores y a respetar a las personas que le rodean sin pretender ser más que nadie, sin que se sienta inferior a nadie, sin que se crea con el derecho de herir a nadie.