Es una vergüenza que se haya criticado y juzgado tanto la participación de Israel en Eurovisión. El conflicto bélico entre la banda terrorista Hamás y los militares de Israel no deberían influir en aspectos como este.
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Tampoco debería haber pagado por ello Eden Golan, la representante de Israel. Eurovisión cada vez estrecha más los lazos con la política, y es una pena que un concurso que debería valorar y juzgar la música se vea también manchado por la política y sus conveniencias.