"Parece que el CNI está más para ocultar y deshacer que para garantizar la seguridad"

El 23 de agosto de 2023, el piloto ruso Maxim Kuzmínov, se hacía con el control de un helicóptero de combate Mi-8, cruzaba la frontera ucrania para solicitar asilo y protección a cambio del aparato de ala rotatoria.

De 28 años y contrario a la guerra, fuentes de la inteligencia ucraniana desvelaron en enero de este mismo año que, dicha operación se gestó durante aproximadamente seis meses. Vendido como un auténtico éxito para los esfuerzos de guerra ucranianos, el pasado 13 de febrero, su cadáver apareció tiroteado en la localidad alicantina de Villajoyosa.

El oscurantismo y el juego al que nos tienen acostumbrados los servicios de inteligencia internacionales han demorado, prácticamente una semana, la confirmación de la muerte e identificación del joven piloto. Sin embargo, lo que cabe preguntarse en este baile de sombras más propio de la Saga Bourne es cómo acabó en territorio español si los servicios de inteligencia nacionales le protegían, o de si, como mínimo, eran conscientes de la existencia de agentes rusos en territorio nacional cuyo objetivo era acabar con Kuzmínov. Bien pudiera ser que toda esta serie de acontecimientos respondiera a un conjunto orquestado de operaciones que, a todas luces, escapa a los medios y al ciudadano de a pie.

Lo que parece quedar claro es que, para desgracia de la seguridad nacional, nuestros agentes de inteligencia parecen, o bien contar con pocos medios, o bien estar para otras prioridades. El tiroteo a Vidal-Quadras el pasado noviembre, la constante inferencia de la mafia rusa en la costa mediterránea o cómo campan a sus anchas agentes extranjeros acabando con la vida de activos de alto valor como Kuzmínov, sin que pareciera que supiésemos de qué iba el cuento, hace ver al ciudadano medio que el CNI parece estar más para ocultar y difuminar los aferes extramatrimoniales del emérito que para garantizar la seguridad y la soberanía nacionales.