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Queridos profesores, el futuro del mundo está en vuestras manos. No exagero lo más mínimo. Vuestro papel es clave ya que, citando a Mandela, la educación es el arma más poderosa que tenemos para poder cambiar el mundo.

No conozco a nadie mejor que los profesores para despertar el amor por el conocimiento y la curiosidad en los niños; curiosidad que les llevará a investigar y conocer el mundo y todas las posibilidades que nos ofrece para ser feliz. Un niño curioso es un niño con una mentalidad abierta y receptiva, ambos requisitos para desarrollar una capacidad creativa que le va a permitir resolver cualquier problema que le vaya a plantear la vida.

Los maestros sois la persona en la que los niños fijan su atención la mayor parte del día. Con vuestro ejemplo formáis más que con los contenidos de un currículum escolar que necesita ser revisado. Conozco a muchos maestros valientes y virtuosos que infunden en sus pupilos las mismas virtudes que ellos viven. Maestros capaces de enseñar con sentido del humor, ejemplos vivos de la ilusión que necesitamos en nuestra vida para poder conseguir todo aquello que nos propongamos. Maestros que tienen una actitud constructiva ante la vida, ante su trabajo y ante sus alumnos. Maestros comprensivos que saben analizar las necesidades de sus alumnos, que no han olvidado que los niños son niños y que tienen fe en estos pequeños proyectos de personas capaces de todo, repletos de potencial pero necesitados de amor y de guía.

Querido profesor, en tus manos esta fomentar la autoestima de tus alumnos y ayudarles a que crean en ellos mismos y en sus posibilidades. Enséñales a analizar sin precipitarse, a relacionarse constructivamente con otros niños, sin juzgar, etiquetar ni machacar. Muéstrales el camino de la compasión y ayúdales a que sean capaces de tener relaciones de calidad y a que abandonen la absurda y estéril competición por la fértil y satisfactoria cooperación. Nuestros hijos necesitan aprender a interpretar adecuadamente su estado emocional y a gestionarlo sin que repercuta negativamente en las personas que les rodean. Ayúdales a que aprendan que su agobio, en muchas ocasiones, tiene su origen en decisiones que han tomado o que no quieren tomar y que, en vez de transmitirlo a sus compañeros, es mejor que se paren a analizar y a pensar sin precipitarse.

Enseñemos a nuestros alumnos a soñar y transformar sus deseos en objetivos; a perseverar en el logro de sus sueños y a gestionar la adversidad. Enseñad a nuestros hijos el verdadero significado de la palabra responsabilidad, del respeto y de otros tantos valores. En vuestras manos está que nuestros hijos sepan vivir la vida intensamente con una sonrisa en la cara.

Os lo pedimos con admiración. Lo confieso tenéis mi admiración, antes que maestros sois personas con buenos y malos días y sois capaces de sacar vuestra mejor sonrisa para que vuestro estado de ánimo no repercuta en vuestros absorbentes pupilos. Vuestra profesionalidad se asienta en una sólida vocación y en el respeto a la integridad, inocencia y dignidad de vuestros alumnos. Menninger tenía toda la razón del mundo cuando decía que lo que el maestro es, es más importante que lo que enseña.

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Os lo pedimos, además, con humildad. Los padres no siempre podemos dedicar todo el tiempo que necesitan a nuestros hijos. Es más, muchos de nosotros ni tan solo sabemos como hacerlo. No vayáis a creer que no sentimos pesar, pero corren unos tiempos turbulentos, inseguros y el trabajo absorbe todas nuestras energías. Necesitamos vuestra ayuda, la ayuda de un profesional preparado, inquieto y responsable.

Queridos profesores, mis mejores deseos para este curso que empieza. En vuestras manos están las ilusiones, miedos y esperanzas de niños y padres y no conozco a nadie mejor que vosotros para gestionarlas. Citando a Victor Hugo. El porvenir está en las manos del maestro de escuela.

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