El tablero andaluz: bienvenidos a la nueva política

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Susana Díaz tampoco consiguió la investidura a la tercera y cada vez parece más evidente que la jugada de adelantar las elecciones no le salió tan bien como suponía, y posiblemente el precio que finalmente tenga que pagar no compensará el riesgo asumido. Andalucía es el laboratorio de la nueva política española, y lo es porque Díaz creyó que adelantar las elecciones autonómicas al comienzo del ciclo la beneficiaría. En principio pareció que sí, ya que el resultado electoral fue muy superior a las expectativas, pero a Díaz parece habérsele atragantado la gestión de la nueva pluralidad parlamentaria. Bienvenidos a la nueva política.

Al final Díaz ha sido víctima de sus propios cálculos (o los de sus asesores). Adelantó las elecciones para coger a Podemos a contrapié, sin organizar y con el liderazgo a medias. Fue elogiada unánimemente por la jugada, sobre todo después de que los resultados confirmaran la "debilidad" de Podemos (una debilidad de 590.000 votos y quince escaños partiendo de la nada). Ahora bien, una vez pasada la euforia, la candidata Díaz ha topado con la necesidad de contar con Podemos o con C's para ser elegida presidenta.

Y aquí es donde la supuesta jugada maestra se convierte en traspié. El adelanto electoral ha resultado un plan diabólico para Díaz, porque no contaba que el escenario quedaría congelado a la espera de lo que digan las urnas. Y esto alarga el plazo de incertidumbre hasta después del 24 de Mayo, o quizás hasta Noviembre. Hoy en día ni Podemos ni C's tienen muchos incentivos para mostrar sus cartas. Sus opciones en las municipales y autonómicas (y en las generales) pasan por mantener su autonomía, y esto quiere decir que no se decantarán por ninguna de las opciones mayoritarias antes de que se haya decidido todo el ciclo. Evidentemente, tanto los unos como los otros harán la comedia y negociarán (o harán ver que negocian) con Díaz, filtrarán que el acuerdo está cerca, publicarán listas de demandas, exigirán, pondrán condiciones y dibujarán líneas rojas, pero en el fondo sólo quieren ganar tiempo. El problema para Díaz es que no tiene tiempo. Hay un plazo establecido para la investidura y si se agota se tendrán que convocar nuevas elecciones.

Díaz ha amenazado con volver a las urnas una vez ha constatado que no cuenta con la mayoría suficiente para ser investida. Pero una nueva convocatoria podría no asegurarle un resultado mejor, ya que podría ser entendida como un fracaso personal de la presidenta que decidió llamar a elecciones antes de tiempo. Y aún más, hacer nuevas elecciones no es opción para Díaz por un motivo tan prosaico como determinante: una nueva convocatoria coincidiría con el tramo final de su embarazo, lo que haría muy complicada una posible campaña (e incluso, podría impedir la presencia física de Díaz).

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Así pues, a la líder socialista solo le quedaría una opción para ser presidenta sin convocar nuevas elecciones: la abstención del PP. Numéricamente e incluso políticamente es viable (en lógica vieja/nueva política). El problema es el precio. Sabiendo que Díaz no tiene otra salida, el PP podría amagar con una nueva convocatoria electoral, con el objetivo de sacar más rendimiento de su abstención en el debate de investidura. ¿Qué rendimiento? Quizás la abstención de los socialistas en algunas plazas claves para los populares, y que, según las encuestas, estarían en peligro. Madrid, Valencia... Después del 24 de mayo, el PP tendrá muchas alcaldías y comunidades con mayoría simple, necesitadas de acuerdos para la investidura. C's y Podemos seguirán sin incentivos para decantarse y apoyar a los candidatos más votados antes de las generales (de hecho el PP sabe que no puede contar con Podemos en ningún caso). En un escenario así, hacer presidenta a Díaz puede suponer para el PP la llave mágica que abra muchas puertas.

Lo que parecía una jugada estratégica de primer orden se ha convertido en un laberinto para el PSOE. La angustia para cerrar el capítulo andaluz y hacer presidenta a Susana Díaz le puede comportar pagar un precio enorme, que le pasará factura en una campaña de generales que el PSOE esperaba plantear desde la polarización contra Rajoy. En el PP lo saben y acarician la idea, esperando el momento idóneo para pasar el recibo. En Ferraz no tienen otra salida, ya que no pueden dejar caer a su "accionista mayoritaria". Jaque mate.