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En una reciente entrevista en directo me pidieron mi opinión sobre el candidato con más fortaleza emocional según mi criterio; lo que me condujo a una profunda reflexión que he resuelto hoy, varios días después. Mi conocimiento de la condición humana hace que sea tremendamente riguroso y exigente con mis análisis de personas y por lo tanto, del candidato que va a tener mi voto. A pesar de que me ha costado mucho encontrar al candidato al que voy a votar, por fin lo tengo claro. Permíteme que te lo presente.

Mi candidato es una persona madura, cultivada y serena; capaz de perseverar inteligentemente en el logro de sus objetivos. Unos objetivos que se ha fijado de manera responsable sabiendo y siendo consciente de que representa la voluntad de muchas personas y de que gestiona dinero público que ha de revertir de la mejor manera posible en las personas por las que trabaja. Objetivos, que importante que es vivir por objetivos. Mi candidato es capaz de definir objetivos estimulantes, de trazar un plan de acción para conseguirlos y de motivar a las personas que le rodean para aportar lo mejor de ellos mismos, sus virtudes y sus talentos a la consecución del objetivo común.

Mi candidato es una persona capaz de gestionar la adversidad y las situaciones emocionalmente intensas. Ante la adversidad es cuando necesitamos de buenos líderes que tengan la perspectiva suficiente como para manejar las expectativas, las esperanzas y los miedos de las personas que han depositado su confianza en él. Cuando realmente se necesita a un buen gobernante es en la adversidad y es en la adversidad el lugar donde no se puede fallar, el lugar donde el buen líder demuestra sus capacidades.

Mi candidato es compasivo, le importan las personas. Mi candidato no puede dormir por las noches sabiendo que hay millones de personas sin trabajo, pasando hambre, frío o sufriendo. La prioridad de mi candidato es la de ofrecer la posibilidad a todo el mundo de sentirse realizado, trabajar y ser feliz. Mi candidato sabe que las personas felices son más creativas, más productivas, eficientes, solidarias, compasivas y capaces de contribuir al bien común.

Mi candidato no depende de la motivación externa ni del reconocimiento, por lo que no es manipulable ni corruptible. Mi candidato confía en su criterio y comprueba periódicamente que puede seguir confiando en él. La base de su autoconfianza reside en su responsabilidad y su rigor que le conduce a estar bien preparado, a estudiar, analizar, formularse preguntas y a pensar de manera constructiva.

Precisamente la responsabilidad de mi candidato le lleva a preguntarse continuamente por el sentido, las implicaciones y consecuencias que tiene lo que está haciendo. Mi candidato no hace cosas sin sentido, no es impulsivo, es más, es una persona valiente capaz de trabajar por hacer prevalecer el interés común por encima del individual, de manera imparcial y ecuánime.

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Mi candidato sabe analizar a las personas, a sus motivaciones y sus intereses, por lo que es capaz de construir relaciones de calidad que redunden en el beneficio del objetivo compartido que representa identificando a los falsos contribuidores de los contribuidores reales.

Mi candidat reúne todas las fortalezas emocionales de las que he hablado y algunas más, por fin lo tengo claro... El problema, el pequeño problema, es que todavía no he encontrado a la persona que encaje con mi candidato. Sé que existe, estoy seguro... Quizás deba seguir buscando...