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Corremos un grave peligro. Lo peor que nos puede pasar no es la gripe, ni el terrorismo, ni el paro ni tan solo un mal gobierno. Lo peor que nos puede pasar, lo que nos está destruyendo, lo que nos está haciendo infelices es la pandemia de resignación que estamos sufriendo.

La resignación es terrible, fatal, nociva y destructiva. No te resignes. Hazme caso. Haz lo que quieras menos resignarte. No te resignes, ya que si lo haces estarás dejando que otras personas, que el azar o el destino gobiernen tu vida.

No te resignes a llevar una vida que no te gusta, ni a convivir con una persona tóxica, ni a esperar que llegue tu jubilación en un trabajo que no te hace vibrar, ni a dejarte gobernar por cualquiera, ni a dejarte vencer por la adversidad o los problemas.

Resignarse es cómodo, pero solo aparentemente. Cuando te resignas tu mente, tu alma y tu cuerpo entienden que no puedes hacer nada para cambiar el curso de la historia, que lo mejor es quedarse expectante a ver como cursan los acontecimientos y que no es necesario que se esfuercen para nada más que no sea quejarse.

Quien se resigna adopta un papel victimista y cede toda la responsabilidad a otra persona, al gobierno, al poder, al destino o al azar. Ser una pobre víctima tiene sus ventajas, como por ejemplo contar con la compasión de algunas personas cercanas, la eliminación de la responsabilidad de tu vida y la obtención de un pasaporte que todo lo disculpa.

Si me resigno a seguir con una pareja que no amo, tendré la licencia para serle infiel sin cargo de consciencia. Al fin y al cabo mi sacrificio bien merece alguna recompensa. Si me resigno a seguir trabajando en una empresa en la que no creo, tendré libertad para trabajar menos o robar productos, dinero o servicios de la empresa. Al fin y al cabo me están explotando. Si me resigno a sufrir una enfermedad tendré una disculpa para todo. Al fin y al cabo estoy enfermo.

Te propongo que elijas, desde la responsabilidad y el respeto. Si eliges seguir con tu pareja hazlo sabiendo que una pareja es cosa de dos y que debes contribuir a mejorar la relación. Si eliges dejarla verás que después de una incomodidad inicial, tu vida y la de tu pareja será mejor. Si eliges seguir en el trabajo hazlo sabiendo que hay un acuerdo mercantil que debes respetar y que debes trabajar alineado con los objetivos de la empresa, cumpliendo con tus responsabilidades y asumiendo las consecuencias de tu decisión. Pero si decides irte, de nuevo verás como no hay nada suficientemente valioso como para hipotecar tu vida. Si decides luchar contra la enfermedad estarás aumentando la probabilidad de mejora y recuperación y tus seres queridos podrán disfrutar de tu compañía durante más tiempo y con más calidad.

Eres libre. Créetelo. Decide. Decide tu vida y tu futuro. No te resignes. Elige. No te quedes estancado en el camino fácil, el que te permite excusarte, el que te hará infeliz, resentido y rabioso. No instaures la queja y el victimismo. No esperes a que te cambie la vida. Cámbiala tu.

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No te resignes. Sé que no nos enseñan a vivir la vida. Nos hacen creer que no podemos tomar decisiones, que nuestro destino esta escrito y que quizás algún día la suerte nos sonría. Nos dicen que esperemos y que aceptemos. Nos dicen que no busquemos, pero yo te propongo que busques, que no esperes más, que tengas sueños, que los transformes en objetivos y que traces un plan de trabajo para conseguirlos. Aprende a discriminar lo que puede ser cambiado de lo que no. Posiblemente tengas más margen de acción del que crees.

Revisa tu vida y destierra la resignación. Elige. Sin culpar a nadie de tu desdicha o de tu fortuna, elige responsablemente. En un sentido o en otro... Pero elige, toma decisiones, desencalla, toma el control. No sigas viviendo una vida sin sentido, una vida resignada. Quien se resigna no lucha ni por una persona, ni por un trabajo, ni por la salud, ni por un sueño...