El nuevo Canòdrom: la comercialización de la cultura

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El gobierno de Xavier Trias ha dado a conocer públicamente el que ha denominado Parque de Investigación Creativa, definido como “un espacio de innovación y emprendeduría cultural para el talento y las industrias creativas y culturales”, que se ubicará en el emblemático edificio del Canòdrom, en el distrito de Sant Andreu.

Este edificio, convertido en patrimonio municipal en 2010, tenía que acoger el Centro de Arte Contemporáneo de Barcelona, para el cual había sido nombrado director, mediante un concurso público internacional, Moritz Küng. El proyecto tal como estaba previsto, y que ya tomaba forma, fue finiquitado por los gobiernos de CiU en el Ayuntamiento y en la Generalitat, sin consenso ni diálogo con el sector y sin razones de peso, más allá de ser herencia de los gobiernos de izquierdas de la ciudad y del país. El traslado del Centro de Arte Contemporáneo de Barcelona del Canòdrom a Fabra i Coats no fue sólo un cambio de ubicación, sino también un cambio de modelo conceptual.

El proyecto de Parque de Investigación Creativa es el de la ciudad 'business friendly' de Trias aplicada al campo de la creatividad cultural, una apuesta más por el acento exclusivo en la mercantilitzación obsesiva y de escaparate de la cultura, olvidando la cultura de proximidad e inclusiva.

En diciembre de 2012, cuando el gobierno municipal presentó la medida de gobierno a la Comisión de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, desde ICV-EUiA ya denunciamos que el proyecto representaba la sumisión del talento y la creatividad local a un mercado global que nos ha demostrado reiteradamente que sólo le interesa la rentabilidad económica, y que olvida sistemáticamente la rentabilidad social que debe acompañar todo acto creativo y cultural con participación y financiación pública.

Barcelona tiene hoy un papel consolidado como ciudad creativa, gracias en buena parte a muchos años de inversión pública en cultura, muchos años de entender la cultura como un patrimonio universal y de creer que la innovación y la creatividad tiene un enorme retorno social, muy por encima del innegable retorno económico, por lo que la iniciativa pública y el liderazgo ciudadano tienen más sentido que nunca.

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Someter la creación y la innovación cultural a las exigencias del mercado, globalizado y neoliberal, conlleva coartar la innovación, el riesgo y el talento, piedras angulares de la propia creatividad, para limitar la creación a aquello que es digerible, consumible y rentable.

Así, bajo el pretexto de la modernidad y la apuesta por la creatividad y el talento, el nuevo Canòdrom planea convertirse en la tienda de la cultura de Barcelona. Desde ICV-EUiA lamentamos, no sólo la pérdida de una enorme oportunidad para el sector cultural, sino la profundización en un modelo de ciudad, también ahora en la vertiente cultural, que no podremos nunca compartir. Es un paso más en el tránsito de la ciudad para las personas a la ciudad para los negocios, que privatiza el espacio y el patrimonio público, que mercantiliza el arte y la creación con el objetivo último de vender la ‘marca Barcelona’.