Mujeres, hombres, críos y viceversa

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Imatge del programa ’Mujeres y hombres y viceversa’.

Imatge del programa ’Mujeres y hombres y viceversa’. / TELECINCO

Esta semana lejos de atacar a 'Mujeres y hombres y viceversa' apoyándome en la falta de credibilidad del formato de Telecinco voy a ir algo más allá. A estas alturas poco me importa si todo está preparado, si buscan el amor, si les obligan a llorar a reír o a cantar.

Pero para conseguir eso, ¿hasta dónde son capaces de llegar los soldaditos de Emma García? Son cientos ya los jóvenes que han cedido su imagen y su tiempo a dicho programa, dispuestos a vender sus ideas, sentimientos y si son pocos, a inventárselos, ¿a cambio de qué? Pues de fama, visibilidad y caché en sus vidas, y que además para muchos de ellos es totalmente básico para su día a día, el ver que la gente los aclama, los pide y los desea y odia por partes iguales.

Además, de la misma manera que no me escondo de ver programas denominados como 'telebasura', puedo deciros que este espacio no lo veo, pero más allá de que no me guste, tampoco lo veo porqué me siento engañado, tonto y sumiso creyendo aquello que toca en ese momento. Pero ayer pasé por el comedor de mi casa y en ese momento se estaba viendo eso y vi a un chico que en el programa le llaman Juaco, por lo visto es un joven de 18 años que ha llegado para pretender a una de las chicas del programa, pero quizás por los nervios, por la felicidad o por las ganas de escalar posiciones en este repugnante podio, dejó entre ver su cara más chula, prepotente y arrogante en relación al resto de chicos.

Y lo que puede quedar como una anécdota más del espacio me hace ir más allá. Nos encontramos en el punto en el que para triunfar hemos hecho creer que hace falta ser el que da la nota, el que sabe ningunear y el que tampoco sabe escuchar porque lo que él piensa es solo lo que vale. Y si este chico fuera así, aunque no me gustase lo aceptaría porqué cada cuál es como es, pero lo que me preocupa es que creo que alguien con tan solo 18 años no puede tener de manera natural ese carácter y que todo es una máscara que el mismo se ha generado para lograr notoriedad dentro del programa de Emma.

Los gritos, las descalificaciones y los prejuicios son la base de esta gran masa que se moldea cada mediodía enganchando a miles de personas en sus casas y lo que es más curioso, obviando el objetivo final que es encontrar el amor. Y es que es lo más normal. Ya todos sabemos que allí no se va a encontrar la media naranja, allí se va a lucir palmito, a pisotear al de al lado y si hace falta a rebajar tu personalidad para crear un buen personaje y mantener tu silla allí durante muchas semanas.

Y ya por no hablar del refugio que tienen allí las expareja de Kiko Rivera, todas ellas trabajando o aportando su belleza al formato, algunas como tronistas, otras como pretendientas y otras muchas que hacen escala allí antes de pasar a otros programas más potentes y airear todos los trapos sucios de su ex más conocido, ahora reconvertido en cantante o algo parecido.

Gracias a estos programas se acaba generando una imagen del amor y de los sentimientos que es totalmente asquerosa y materialista, ya no importa lo que sientes, ahora solo vale venderse, gritar y dar besos a toda teja, pues eso es lo que demuestra tu amor y empatía por la otra persona. Deplorable.

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Con esto no voy en contra del programa ni de los jóvenes temerarios que se venden a cambio de un chute de focos y maquillaje, pero al menos agradecería que se aportara más verdad y se evitaran ciertas formas y gestos que a marchas forzadas van degenerando una cosa tan bonita y mágica, como es enamorarse y sentir algo bonito por alguien.

No dediquemos nuestro tiempo a generar temerarios de la tele, vosotros sabéis que para ellos esto es algo temporal, pero ellos lo desconocen y dan cuerpo y alma a cambio de perfeccionar y crear ese personaje digno de una película de humor americana.

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