30 minutos para pensar

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El programa de TV-3 ’30 minuts’ dedicat al ’bullying’

El programa de TV-3 ’30 minuts’ dedicat al ’bullying’

El pasado domingo por la noche, en busca de algo que ver en la tele mientras cenaba, di con el programa ’30 minuts’ de TV3, un programa reportaje dónde en esta ocasión hablaban del acoso escolar, o más conocido popularmente como el ‘bullying’. Pero hoy a diferencia de otras semanas en las que como sabéis, me permito ser un poco más frívolo con los comentarios sobre programas, supongo que porque la ocasión me lo permite o lo requiere, quiero hablar des de dentro y en vez de comentar si el programa estaba bien hecho, si enganchaba, si aburría… Quiero hablaros de los testimonios, de los chicos que dieron la cara contando sus historias, algunos hablando ya desde la lejanía y otros que aún tienen pendiente asimilarlo y superarlo. Pero sea como sea, les envidio. Porqué yo en mi momento no supe o no pude explicarlo.

Muchos me conocéis por ser en ocasiones extremadamente crítico y por decir las cosas sin ninguno tipo de pudor ni vergüenza. Pero no siempre he podido ser así. Cuando veía las historias de los jóvenes del programa recordé situaciones que yo he vivido, no ahora pero si en mi adolescencia. Muchos de ellos hablaban de experiencias que se habían expandido en el tiempo, en mi caso no duró más de un año, supongo que porqué llegó un momento dónde no puede más. En un primer momento crees que lo que te pasa es una simple discusión con otra persona, en mi caso, con un chico que en ese momento era uno de mis mejores amigos. Y esperando a que esa situación se calme, ves que eso nunca pasa, que cada vez la bola se va haciendo más grande, que poco a poco se va sumando la gente que está en tu contra. Te quedas sólo, no tienes a nadie de tu lado, y si lo tienes jamás lo suficiente como para que dé la cara por ti delante del resto. Poco a poco te vas cerrando en banda, pasas de ser una persona extrovertida a ser una persona invisible, tienes miedo a participar en clase, no quieres que llegue la hora del recreo porque sabes que vas a estar solo mientras el otro sabe que tú lo estás pasando mal, mientras que él se está haciendo con el resto del grupo.

En ese momento pierdes todas tus cualidades positivas, pierdes el ingenio, las ganas de emprender, de participar. Dejas de hacer cosas que te gustan y te centras solo en pensar que es lo que has hecho mal. Y cuando me di cuenta de lo que me estaba pasando busqué respuesta en los profesores, esperando encontrarla, pues en ese centro siempre han usado y usan por bandera, el respeto, la solidaridad, el compañerismo… Pero descubrí que eso solo era la fachada, porque en mis propias carnes descubrí que te dan la espalda y que optan por tacharte a ti de raro. Una situación ridícula y que aún con los años no he sabido perdonar. Me dan asco. Me aterroriza pensar que el otro día había niños inocentes viendo este programa en el comedor de sus casas acompañados de sus padres, y que a la vez estaban viviendo en sus propias carnes una historia parecida a la del televisor, pero que por miedo o por vergüenza, se estaban mordiendo la lengua sin saber cómo contárselo a sus progenitores.

En ese momento toqué hondo, y sin duda ese año ha sido el peor de los 22 que ya he vivido. Con todo esto os estoy queriendo decir que aunque los testimonios formen parte de un programa y nos ayuden a entender en parte una problemática, detrás de cada uno de ellos se esconde una vivencia, un sufrimiento y un dilema, el cual tendrán que superar. Es lo que toca. No me gustan los programas que usan el populismo para tratar temas tan serios como este, pero en esta ocasión aplaudo a la televisión catalana, creo que supieron lanzar un reflejo bastante digno de lo que es el acoso escolar.

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Dibujar un programa donde a través de lo que cuentas la gente entienda una problemática es realmente difícil. Y más si quieres contar la realidad de manera fidedigna. La televisión es un motor de cultura, entretenimiento e información. Y creo que es deber de todos transmitir valores y contar verdades cuando toca.

No nos vale ocultar una realidad, ponernos dramáticos de manera gratuita y ni mucho menos robar emociones contando medias verdades. La tele es frívola, nosotros también, pero a veces necesitamos chutes de realidad y la televisión también nos las tiene que dar, es su deber.