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El fenómeno del liderazgo de Oriol Junqueras será, con toda seguridad, motivo de análisis en facultades de comunicación y políticas. Desde que fuera elegido en unas primarias unipersonales en septiembre del 2011 por el 92,07% de los votos, el ascenso ha sido meteórico. Como una especie de mirlo blanco intelectual, cogió las riendas de una marca electoral en horas bajas y con dos escisiones en su haber - Reagrupament y Solidaritat Catalana per la Independència-. El reto era complejo, sin embargo, el profesor y ex eurodiputado está liderando un gobierno y un movimiento sin que los "peros" le afecten.

La imagen de profesor de universidad, poco preocupado por su estilismo o por su comunicación no verbal, puede haber sido uno de sus principales activos, bajo la máxima “no parece un político al uso". Sus habilidades están más relacionadas con el fondo, más que con la forma. Entre las más evidentes, destacan su capacidad de improvisar un buen discurso, aderezarlo con citas históricas y metáforas que transmiten seguridad, naturalidad y convicción. Es muy raro verlo con papeles o apuntes, sus próximos hablan de una memoria de elefante y de una gran capacidad intelectual, herramientas que utiliza para saltar al ruedo e improvisar ante un respetable que lo respeta desde el primer momento, seguramente porque que rehusó a parecer un político, igual que Aznar rehusó e hizo bandera de no tener carisma.

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Junqueras flota sobre la política catalana con un áurea de intocable, los propios lo admiran y los ajenos lo respetan, mientras que desde la atalaya de "cap de l'oposició" señala el objetivo de aquellos que lo siguen en su andadura independentista. Artur Mas, desde la trinchera de la primera línea, se ha convertido en aquel que focaliza todas las críticas, aunque conlleven responsabilidades compartidas. El último ejemplo lo encontramos el pasado martes, cuando Mas fue criticado por no ir a defender el traspaso de competencias al Congreso para realizar la consulta. Sin embargo, Junqueras copartícipe y responsable de todo el proceso, miraba desde su atalaya cómo Mas se convertía en una especie de Ibarretxe ausente que ha vinculado su futuro político al éxito del proceso.

Intocable, Oriol Junqueras tiene la habilidad de liderar sin ser criticado, de influenciar sin parecerlo, de cogobernar sin sufrir el desgaste propio del ejercicio. Puede convertirse en uno más de los personajes históricos a los cuales tanto le gusta citar en sus discursos.