Sant Jordi de color

El 23 de abril me había propuesto no reivindicar nada, ser una ciudadana que iba a disfrutar de un día maravilloso repleto de rosas y libros. El año pasado compré el libro de Albert Espinosa, hablaba de un mundo amarillo. Este año me había propuesto comprar algún otro libro que hablara de otros colores.

Los primeros wasaps fueron complicados, rosas amarillas, textos con la expresión de "llibertat"... bien, los contesté con una hermosa rosa roja y un escueto "Feliz Sant Jordi".

Al lavarme el pelo, vi cómo el color del bote de espuma de una conocida marca italiana era de color amarillo.  ¿Tendría que escribir a la marca para que cambiasen el color o me quedaría sin mi espuma favorita? Lo pasé por alto y para tranquilizarme encendí la radio para escuchar música. Los Beatles cantaban una hermosa canción que hablaba de un submarino... Cambio decididamente de canal, pero no sé quién tiene un tractor amarillo... Decididamente no hay otros colores en el mundo. Apago la radio.

Una vez en la calle, fui a pasar el paso cebra para coger mi autobús para el centro... ¿Las líneas de paso son amarillas? El bus que accede al centro es amarillo? 

No vi ningún contenedor tan grande como para ir tirando todo lo amarillo que nos envolvía. Recapacité, pensé y sonreí... Los colores son alegría, son luz, no nos vendan el cuento que son provocación.

Repito, no hay ni tractor amarillo que pise lo suficiente fuerte, ni submarino amarillo que hunda profundamente la libertad que estamos pidiendo para expresarnos y para apoyar a los amigos que tenemos entre rejas por pensar diferente a como algunos quisieran, igual vuelvo a comprar el libro de Espinosa...

Feliz Sant Jordi... amarillo y libre.