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¿Parques infantiles u hornos para que se asen los niños?

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Aunque en la imagen aparece únicamente un caso, la realidad habla de decenas, por no decir centenares, de casos similares. Se trata de los parques infantiles que hace bien poco fueron reabiertos para uso y disfrute de nuestros pequeños, pero que siguen teniendo enormes déficits.

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Vamos con el caso que expongo y que, como repito, es tan solo un ejemplo. Un lugar con tres toboganes infantiles, ubicado en el paseo del Vapor Gran, en Terrassa. Toboganes que, como se puede apreciar, son de metal y que, en pleno verano y con las temperaturas que se alcanzan cada verano, son totalmente inservibles para nuestros pequeños, salvo que queramos achicharrarlos, cosa que –estoy seguro- nadie de nosotros desea.

No sé si el ingeniero o diseñador que lo haya ideado tiene hijos y si acostumbra a llevarlos al parque. Lo dudo mucho, si lo hiciera no se le ocurriría algo así. ¿Sabe esta buena persona que la temperatura exterior alcanza los 35º estos días y que, por consiguiente, el metal quema? ¿Ha intentado poner su mano en el bajante del tobogán a las 5 de la tarde, por ejemplo, y sentir qué sucede?

Desde luego, a mí, que tengo una nieta de tres años que vive muy cerca de ese parque, ni se me ocurre pasar con ella por allí, porque los críos no tienen conciencia del peligro y lo que quieren es tirarse por el tobogán, aunque esté ardiendo.

Insisto, no es un caso único. Son muchos los parques infantiles que hay así por toda Catalunya. Y muchos más que tienen otro defecto añadido: parques infantiles a pleno sol, sin apenas sombras. Y a menudo, muy cerca de ellos, otro contrasentido, un pipicán con sombras más que suficientes. Les pediría a nuestros regidores que tengan, con los niños, la misma consideración. Más sombra, más toboganes de madera (pulida y cuidada, por supuesto) y menos diseño atrevido que a nada, como en el caso del paseo del Vapor Gran de Terrassa, conducen.

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