Oposiciones: ¿un proceso justo?

Desde siempre se ha dicho: “preparar oposiciones es algo muy duro”. Pero ¿esto implica que el proceso de selección sea justo? ¿En la mayoría de especialidades se elige realmente a las personas más cualificadas? ¿O simplemente se elige a aquellas que tienen el favor de su tribunal?

Antes de presentarme a mis primeras oposiciones pensaba que estas eran algo difíciles de preparar, pero también pensaba que con esfuerzo se podrían superar o al menos tener una calificación decente. Sin embargo, una vez realizada la prueba, tras haberme cultivado en una academia especializada y haber contado con la ayuda de una profesora de la universidad, me di cuenta cuenta de que las evaluaciones que se me dieron no son justas y ni siquiera se adecuaban a los exámenes realizados por uno mismo.

No quiero presumir de los resultados obtenidos como docente con mis alumnos, pero creo que son pertinentes en estas circunstancias. La mayoría de ellos acude a mí con asignaturas suspensas que no soportan. Cuando concluimos las clases, sus notas se han convertido en notables y aprecian, o al menos respetan, la materia que antes no podían ni ver.

Los que se presentan a nuestra querida Selectividad, ahora llamada EBAU, sacan unas notas decentes. No obstante, aún con estas conclusiones y otras tantas, ¿no estoy cualificado para dar clase? Yo creo que el proceso de selección quizá no es el adecuado. ¿Se valora realmente que aprueben aquellos que tengan mayor conocimiento y sepan exponerlo de la mejor forma a sus alumnos? Desde mi punto de vista no.

El proceso de selección actual no consigue eso, al contrario, dilapida las esperanzas de aquellos que tenemos vocación de ser docentes. No hay valoraciones justas en las pruebas realizadas, quizás por falta de criterios adecuados a la hora de evaluar, pues en mi caso considero que no se siguieron siquiera los criterios que estaban establecidos. No digo que la culpa en su totalidad sea del tribunal que ejecuta, porque quizás esté dirigido por un Estado que no funciona.