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Las meriendas solidarias, un riesgo para la salud

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zentauroepp37411781 barcelona 23 02 2017 fin de semana reportaje sobre el aceite170223222016 / ELISENDA PONS

Al finalizar el curso escolar es habituals en todas las escuelas hacer fiestas de despedida a los de sexto curso, recaudar fondos para que los estudiantes se vayan de viaje, para los refugiados o las comunidades hermanadas con nuestras poblaciones o para recaudar fondos para un niño del barrio con leucemia. Todas ellas, causas nobles, sin duda. Algunas de estas recaudaciones se celebran durante todo el curso escolar bajo la palabra “solidaridad”.

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Las recaudaciones de fondos de muchas escuelas consisten en una merienda a buen precio. A pesar de que, en junio del 2011, se aprobó en el Congreso de los Diputados la Ley de Seguridad Alimentaria y Nutrición, que prohíbe la venta en las escuelas de productos con más de 200 calorías, 0,5 gramos de sal, y aquellos que lleven una pizca de ácidos grasos trans (excepto lácteos o cárnicos), los padres, madres y escuelas se superan cada viernes en “solidaridad”, vendiendo estos productos sobre un tablón con patas dentro de los recintos escolares para recaudar fondos para una u otra causa.

En las aulas, el alumnado acaba de examinarse del tema de los alimentos y la pirámide alimentaria. En el patio pueden gozar de la solidaridad de los adultos, que son solidarios con sus causas, pero no con sus hijos.

Nosotros, expertos en nutrición comunitaria, endocrinos y pediatras, realizamos intervenciones en las comunidades autónomas para revertir el problema de salud, la epidemia no vírica más importante de los últimos tiempos, la obesidad, que será el canal de entrada a muchas enfermedades, una de ellas el cáncer. Mientras ustedes, padres, madres y escuelas, retroalimentan el problema con su afán solidario sin límites. Doctora Susana Moreneo, no puedo estar más de acuerdo con usted: “Hoy en día, hay que defenderse de la sobrealimentación, como nuestros antecesores se defendieron del hambre”. Y añado:  el éxito de ello va a depender de lo que nos dejen formar a nuestros niños y niñas en las aulas. Porque no está bien esta negligencia moral. 

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