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"La primera vez más inesperada, sorprendente y aleccionadora"

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Transi Alvarez

Verano del 2020. Extraño verano. Tras una primavera más extraña aún, salimos de casa, recuperamos las calles, nos vestimos de colores y abandonamos unos balcones que nunca veremos con los mismos ojos. Desde el balcón vimos tantos 'runners' que parecía que todo el barrio estuviera convocado a las próximas olimpiadas.

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Hordas de gente vestida de extrañas maneras inundaban las calles. A correr. Como si no hubiera mañana, o quizá por si no lo hubiera. Unos con porte atlético reconocible, otros con el garbo de quien no corre nunca salvo que vea que le están multando el coche. Ya no corre nadie por mi calle. También vimos mascotas, muchas mascotas paseando sin descanso. Me pregunto dónde estarán ahora. Que estarán pensando mientras miran la correa colgando en el recibidor, su amo que no regresa.

los adolescentes, los chavales que ya pueden salir aunque sin recuperar completamente sus vidas. Vidas en construcción. Faltos de su primera vez. Hay una primera vez para todo. Mejor o peor, suele ser inolvidable. Posiblemente para alguno de esos chicos era este verano el del primer beso. Este verano no será. Pero no se puede guardar. No es como aquel diente que se te cae a los 3 años y tu madre guarda en el bote de los dientes. Ese beso es como el diente que falta en el bote porque te lo tragaste con el bocata y, la verdad, buscarlo en el retrete no es lo mismo.

La primera vez de muchas cosas se habrán perdido para siempre. Nos queda la sublime y mundial experiencia de la primera vez más inesperada, sorprendente y aleccionadora. Nuestro primer confinamiento.

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