La nostalgia por la Diada de todos los catalanes

Tengo 63 años y eso, aparte de los posibles achaques, tiene un problema: la memoria. La memoria te hace recordar aunque no lo quieras.

El martes fue la Diada. Y no, no digo la Diada tal como yo la conocía y fui tantos años como otros miles de personas. Hablo de esa Diada donde todos sentíamos un orgullo tremendo por lo que representaba y por sentirnos catalanes sin preguntarnos a qué bando pertenecíamos; solo nos sentíamos catalanes y orgullosos de serlo, y por cierto, la inmensa mayoría eramos de Barcelona. Ya hace unos años, cada vez con más fuerza, los independentistas la tomaron. Riadas de autobuses trasladan a la gente desde las distintas comarcas hacia Barcelona para tomarla pacíficamente al asalto. Mientras, muchos miles de barceloneses que asistían, se sienten excluidos y en silencio, dejan de asistir en silencio a ese día tan importante.

Me da vergüenza oír a un presidente de la Generalitat decir que esta fiesta es solo de la gente independentista, que el que no lo sea, que organice otra. A ese señor no parece importarle que nuestra sanidad pública, que era la mejor de este país, ahora esté entre las tres de peor calidad. Que los funcionarios aun sigan sin cobrar la famosa paga atrasada, pero en cambio sí se preocupó de subirse el sueldo (no llegaba a final de mes) y, por supuesto, pagarle a todos sus altos cargos esa paga que le niega al resto de trabajadores.

No, señor Torra, ya sé que usted ni lo disimula, pero usted no es el president de todos los catalanes.