Generación de escritores confinada y 'millennial'

"Haremos trampas, ¿verdad?", le pregunté a mi pareja. Me refería a romper los 15 días de confinamiento, ahora un mes, establecidos por el Gobierno español debido a la rápida propagación del coronavirus aquí. Planeamos fingir un encuentro casual en el supermercado y prolongarlo durante horas. "Claro, como Romeo y Julieta pero en versión pandemia", me respondió. Al principio, me reí, luego lo imaginé viniéndome a ver a la terraza, separados por tres metros y una verja, y me pareció un poco triste. El único contacto físico sería un beso al aire.

Cuando mi padre vino a recogerme al aeropuerto de Barcelona por una vuelta apresurada y nada esperada de mi intercambio en Boston, llevaba una mascarilla blanca medio rota y unos guantes de látex lila. No me besó ni abrazó; no nos veíamos desde hacía dos meses, pero pude percibir que sonreía lánguidamente. Mis amigas querían recibirme montando un bar improvisado en mi terraza, pero mis padres no nos dejaron hacerlo. "La cuarentena es la cuarentena", dijeron, "la gente se está muriendo". No pude pensar una respuesta más contundente a su argumento, así que cancelamos los planes y nos resignamos a vernos por videollamada.

Tras 12 días de confinamiento, nadie sabe qué sucederá después. En España rozamos casi los 50.000 contagiados y si la producción continuara con normalidad, la morgue se frotaría las manos con el sonido del 'Ka-Ching'. Mientras, en casa, algunos están tremendamente aburridos y esperan ansiosos a salir a hacer la compra. Es el único modo de estar fuera y mantenerse cuerdo sin ser multado. Otros intentan utilizar el tiempo sabiamente, y aprovechan para hacer esas cosas que nunca tienen tiempo de hacer, como leer un libro largo, limpiar la habitación o pintar.

En cuanto a mí, me gusta pensar que formaré parte de la próxima generación de escritores. Como la Generación del 98, pero confinada y 'millennial'. Y prometo que no tratará sobre el coronavirus.