La España laboral, ni en el parvulario

Perdónenme, pero ¡estoy boquiabierto! Hace muchos años, de pequeñajo, quizás lo primero que aprendí fue que el parvulario era de las 10 a las 5. A las 10 en punto había que estar allí, y si a las 5 mi madre no llegaba, pues allí que me quedaba. No sé, nadie llegaba tarde, nadie se iba antes. Ni la señorita, ni después el maestro de mayores, se iban de juerga a media mañana ni nada por el estilo, y por más que me fijé, esa era ley de Dios y allí no hacía falta que firmara nadie.

Luego crecí y hubo veces en que fui al Ayuntamiento, a Hacienda u otras administraciones, y sabía que hasta las 9 sabía no había nada que hacer, y que si llegaba a las 2:05, pues "vuelva usted mañana".

Después, en 1969 leí 'Suecia, infierno y paraíso' y allí, todos los trabajadores vivían como mis maestros y los funcionarios españoles. Eso sí, firmando para que les constase así a los inspectores laborales que trabajaban sin cesar y lo vigilaban todo, y para que los liberados sindicales estuvieran todos los días al tanto -que para eso estaban liberados, no para sestear hasta las siguientes elecciones-.

Y aquí, ahora, 50 años después, se ha formado una revolución francesa porque los trabajadores van a hacer lo mismo, con la enorme ventaja de poder fichar con su huella y que conste en internet por los siglos de los siglos, ¿aquí la revolución porque todos cumplan con los contratos y los horarios? ¿Cuándo, dígame usted, esta España democrática entrará en el parvulario?