El Foro de Davos, el capitalismo y la desigualdad económica

Desde sus primeras reuniones en los años 70, el Foro Económico Mundial ha venido liderando la idea del 'capitalismo popular'. Desarrollado políticamente como 'democracia económica', predicaba que cualquiera, con un pequeño esfuerzo de ahorro previo, podía convertirse en accionista de una o varias macroempresas y participar de los beneficios generados, por muy especulativos que estos fuesen.

El nuevo integrismo liberal caló en la opinión pública y desde 1973, rota la tregua social posbélica, la derecha gobierna Occidente y la socialdemocracia ha dejado de ser oposición política para centrarse también en la gestión eficaz del libre mercado. El sistema de acumulación capitalista es ya una cultura con valores propios y una visión del mundo enraizada en la mentalidad de los ciudadanos-clientes-consumidores.

Hasta que han estallado una tras otra las burbujas. Surge entonces de nuevo el ciudadano reivindicativo, el "pequeño ahorrador" que necesita del Estado, que previamente habíamos reducido en aras de la iniciativa privada, para que ponga orden, a posteriori, en un mercado insaciable y tan canalla que devora a sus propios hijos. Sobre todo a los que más habían confiado en el sistema, la sufrida clase media, la única que por su nivel de ingresos puede ahorrar pero no puede especular.

Su fundador, Klaus Schwab, reconociendo que la desigualdad económica es lacerante, quiere que Davos 2020 hable de "accionistas por un mundo más cohesionado y sostenible" para autolimitar, en un ejercicio de voluntad, la especulación deshumanizadora. Refinada ironía.