Improvisación, de eso trata la vida

La vida es una improvisación. El ser humano por naturaleza cree que todo tiene que ocurrir tal y como él piensa, tenemos que seguir un camino y de ahí nada ni nadie nos quitará. Este ciclo se repite generación tras generación, desde bien pequeños, un ser jerárquicamente superior, ya sean nuestros padres, abuelos o profesores, va marcando el ritmo de nuestros pasos, indicando el qué y el cómo hacer, dejando muy poco margen al ensayo y al error. Queremos minimizar errores sin darnos cuenta que en un futuro próximo o no tan próximo, habernos equivocado en el pasado nos daría una solución rápida en el momento adecuado.

La vida es esto, error y ensayo, tal y como estamos viendo en la actualidad tan dura que estamos viviendo por el maldito virus, en la que seres humanos excepcionales, con prestigiosas carreras profesionales están improvisando día a día ante un fenómeno que ha surgido de la nada. Este es un gran ejemplo y espejo en el que mirarnos las personas que no tenemos que tomar decisiones a gran escala, pero que las decisiones que tomamos son importantes en nuestro entorno. Aprender en cada momento, nadie nos ha dejado un manual para ir superando fases de nuestras vidas, aprendiendo a medida que vamos encontrando obstáculos, subir y volver a caer.

En definitiva, lo bonito de la vida es la improvisación, el riesgo de equivocarse es lo que nos hace sentirnos vivos. El sentimiento de sentirse inseguro y desprotegido que a la vez nos enseña a ser fuertes a cada paso que vamos dando, hasta que te sientes dominador del terreno en el que te mueves. Pero todo es un ciclo, y cuando hayamos subido, algún obstáculo o inseguridad nos hará volver a la tierra y a hacernos otra vez mortales.

Esta sociedad sabrá salir del bache en el que nos encontramos internacionalmente, pero en cuestión de meses o de años volveremos a estar en el suelo y volveremos a empezar el ciclo, a improvisar cómo salir del agujero y volver a ver la luz del sol. De eso se trata la vida, de la improvisación.