La diversidad con otros ojos

31 de marzo de 2019: un usuario de Twitter cuelga una imagen en su perfil con la humilde intención de quien pretende remover alguna conciencia (una o dos a lo sumo) en pro del civismo y la buena convivencia. Cuál debió ser su sorpresa al ver que en menos de 24h había recibido más de 9000 me gusta y que, a los pocos días, su tweet se hizo viral con más de 98K siendo motivo de numerosos comentarios y artículos en periódicos digitales.

Curiosamente, aun siendo, a mi parecer, un mensaje directo y que obliga a la reflexión, ha recibido críticas aludiendo a la ignorancia de que la silla de ruedas no se maneja tocando las gomas de las ruedas sino los hierros paralelos a la goma a tan solo 1,5 centímetros de estas. La sociedad no deja de sorprenderme.

Alzo mi voz en apoyo a esta ya campaña de concienciación surgida de la calle. Mucho se habla de la integración de las personas con diversidad funcional y yo me pregunto: ¿cuánta paciencia deben tener estas personas cuando ven que se les pretende integrar en una sociedad incívica y mal educada? La limitación física o no muchas veces es definida por las barreras de la sociedad y no por las propias de la persona.

En mi opinión, no podremos avanzar si no incorporamos en los proyectos, en la detección de necesidades, la visión de las personas afectas. Nuestro tiempo es el de lo social y el de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICS). ¿Qué mejor manera de aunar fuerzas y recursos que poder llegar a millones de personas con mensajes que promuevan la reflexión, remuevan conciencias y por qué no, generen cambios de conducta?

Aprovecho este espacio para aplaudir una campaña iniciada hace pocos años en el municipio de Parets del Vallès. El ayuntamiento reformó la ordenanza referida a las mascotas y actualizó el censo incluyendo de forma obligada una muestra de ADN que subvencionó para que fuese gratuita. De esta manera, al encontrar excrementos en la vía pública, se recoge una muestra, se analiza y se compara con el censo de mascotas de la población. La multa pertinente asciende a 300 euros. Pocos meses después del inicio, ya se observó un descenso significativo de los excrementos en las calles del municipio.