"Ni destino ni libre albedrío, lo que maneja nuestras vidas es el sistema donde vivimos"

Grave error pensar que el destino existe, aquello que dice que nada pasa por casualidad, que todo está determinado y destinado. Primero, porque es pensar que todo lo que pensamos, decimos y hacemos no depende de nosotros, que está escrito y, por lo tanto, es pensar en que la naturaleza humana no tiene ni un ápice de libertad.

Segundo, porque viene de un pensamiento egoísta, sin pensar en el otro y desde un posicionamiento lleno de privilegios. ¿Qué pasa con las personas explotadas en el tercer mundo?, ¿con las que viven sin hogar?, ¿con las personas que mueren de inanición?, ¿o con las mujeres condenadas a prostituirse por mafias? ¿Quién en su sano juicio piensa que su destino era este? Y por último, ¿quién escribe estos destinos tan bárbaros?

Luego, por otro lado, tenemos la contraposición al destino, el libre albedrío, aquello que dice que todo lo que nos pasa está determinado solo y exclusivamente de nuestras propias decisiones y elecciones. Como si fuera posible elegir dónde nazco, qué familia tengo o quién vive en mi barrio. Aparte de poner el mismo conflicto que en el concepto anterior y las personas en situación de vulnerabilidad o, directamente, vulnerables, ¿qué personas han llegado ahí, a vivir así, por sus propias decisiones?

Hay muchas cosas que marcan y manejan nuestras vidas, pero la principal es el sistema en el que vivimos. Vivimos en un sistema tan meritocrático que la hija de Amancio Ortega es la presidenta de la marca Inditex y la hija de mi vecino será desahuciada en unos meses.

La buena noticia: es posible cambiar el sistema. La mala noticia: no solo depende de ti. El cambio necesita de una sociedad consciente y organizada, pero empieza por ti, tomando conciencia y acción personal y colectiva.