Vive, deja vivir y sé feliz

Recuerdo un poema que escribió Jorge Luis Borges a su madre cinco días antes de morir ella, y todo por no haber sido feliz y no haber fingido la felicidad para hacerla feliz a ella: "He cometido el peor de los pecados que un hombre puede cometer. No he sido feliz. Que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados. Mis padres me engendraron para el juego arriesgado y hermoso de la vida, para la tierra, el agua, el aire, el fuego. Los defraudé. No fui feliz. Cumplida no fue su joven voluntad".

Lo que una persona se debe a sí misma es vivir. Circunstancias intrascendentes bastan para alterar inesperadamente nuestro ánimo. Busquemos la necesaria imperturbabilidad; la opinión de la gente abyecta, a la larga es absolutamente inoperante en la sociedad.

"La primera obligación de todo ser humano es ser feliz, y la segunda hacer felices a los demás". Esto lo dijo el reconocido actor Cantinflas, compatriota mío, que amaba a su país tanto como yo.

Si mantenemos odios y resentimientos en el corazón, será imposible ser felices. Lo maravilloso del perdón no es que libere al otro de su culpa, sino que nos libera a nosotros de un sufrimiento del alma. La vida es muy bella como para mantener sentimientos negativos en nuestro camino.

Cuando nuestros ojos se llenan de lágrimas no debemos sentir pena por ello. Es una forma natural de desahogar un corazón cargado de emociones. Considerémonos afortunados si nos emocionamos y vibramos así: podemos amar.

Debemos tratar de no contagiarnos de los complejos y prejuicios de la sociedad, y si ya es así hay que erradicarlos. Que sí es de otra cultura, que si es de otro color de piel, que si tiene otras preferencias, que si yo soy mejor... ¡Qué vanidad, qué ceguera y qué confusión!

Vive y deja vivir. Sé feliz, que es el arte del alma.