Respetar al que piensa diferente, asignatura pendiente

Si hay algo maravilloso que emana en lo más profundo de la esencia humana, desde la mirada de la izquierda y de la derecha, es considerar a los que opinan diferente como unos estúpidos que son incapaces de defender sus propios intereses.  

Los ejemplos históricos nunca son tan claros, más bien son confusos, si no todos los historiadores interpretarían la misma partitura en un coro perfecto, cosa que afortunadamente no ocurre.

Esta condescendencia de perdonar la vida intelectual a los que se desvían precisamente del poder la hemos visto recientemente con el ‘brexit’ o la victoria de Donald Trump, y seguramente estos ejemplos no serán los últimos.

La única salida, si se quiere un mundo vivible, es respetar a los que están en las antípodas de lo que uno opina. Si no es así, se continuará en el nomadismo de la injusticia perpetua.