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El peligroso tono de Trump sobre Corea del Norte

 

  / AP / EVAN VUCCI

El tono belicoso de Donald Trump en relación a Corea del Norte es ciertamente novedoso, aunque todos sepamos que es la manera habitual de expresarse del citado sujeto. Y es una novedad porque los presidentes estadounidenses, de modo general, habían sido cautelosos en la retórica militar cuando se trataba de este país asiático. Se prefería, como aún es habitual, la demostración de fuerza que suponen, por ejemplo, las periódicas maniobras militares conjuntas con Corea del Sur.

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Por su parte, el gobierno norcoreano ha ido repitiendo desde hace décadas, cual mantra, que convertiría Seúl en “un mar de fuego” para ir chantajeando a sus interlocutores. Recuerdo que en 1994 se produjo una crisis especialmente grave entre EEUU y Corea del Norte, liderada hasta julio (cuando murió) por Kim Il-sung, artífice del “paraíso autosuficiente norcoreano”.

Una visita rápida y resolutiva de Jimmy Carter logró calmar un poco los ánimos. Por aquel entonces (de 1993 a 1997), yo vivía y trabajaba en Seúl, y recuerdo que la embajada española nos envió a los residentes un folleto con las instrucciones que debíamos seguir en caso de que se produjera el ataque norcoreano. En último término, quedábamos en manos de las militares estadounidenses de la base surcoreana permanente, en caso de evacuación.

Sin embargo, como sucede aún hoy, el día a día (salvo en los simulacros mensuales de ataque) nos mantenía casi por completo ignorantes de la gravedad de lo que podía ocurrir, y nuestras vidas proseguían como si tal cosa. Sin duda, la mejor decisión que tomé fue la de quedarme en aquella península a pesar de todo. Actualmente, y ya alejado desde hace años del “país de la calma matutina”, quiero creer que no se producirá finalmente un conflicto bélico a gran escala y dudo de que los “hijos” de Tan-gun, el mítico progenitor del pueblo coreano, quieran morir estúpidamente. Con Trump no las tengo todas conmigo.

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