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Cuando el sistema capitalista nos engulle

Una dona treu diners d’un caixer automàtic.

Una dona treu diners d’un caixer automàtic. / AP / EMILIO MORENATTI

El ruido es tan solo estructural. Vivimos en un chantaje infinito que nos agarra del cuello, y que pone en juego y riesgo nuestras vidas. El tema es serio. Es tan serio como que sin trabajo no cobras y sin dinero no vives. O malvives. Y del malvivir nacen las necesidades; de herramientas, de ayudas. Para eso necesitas dar algo a cambio; porque hemos construido una sociedad en la que todo es a cambio de algo. Dar sin recibir significa perder; así que la vida se convierte en una carrera en la que solo los tres primeros se llevan el premio. Si no trabajas y acatas todas las condiciones que supone eso, si no te sacrificas no cobras, y sin cobrar no comes, no tienes derecho a tu propio espacio, no tienes lo que todo el mundo dice con la boca bien llena: libertad. Por lo tanto, nuestra libertad a cambio de dinero. Y de mientras, para conseguirlo, la pierdes. Menudo negocio.

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Después nos preguntamos y nos ponemos las manos en la cabeza porque la gente es egoísta, individualista, hipócrita; y machacamos a todas aquellas que roban monederos en el metro, a las que atracan bancos, a las que venden droga a escondidas, a las que venden objetos por la calle, las que cobran en negro y a las que estafan.

Nuestra sociedad nos entrena para destruirnos las unas a las otras, para ser la mejor y tener más que la vecina; nos hace creer que lo que tenemos que hacer con nuestras vidas es tener éxito, ser 'la crême de la crême', estar rodeadas de 'la crême de la crême', y solo de 'la crême de la crême'. Así construimos nuestros castillos con cañones en las torres para matar a los enemigos, que son muchos y estan por todas partes. Y encima, luego, llamamos a la puerta de la justícia para que nos saque las castañas del fuego, como si ésta no estuviera igual de podrida.

Imaginaos si somos títeres de este sistema que incluso haciendo tanto ruido por las calles: manifestaciones, actos, quejas, comunicados, acciones y declaraciones de intenciones. Y no pasa nada. Siempre volvemos al orden: gente desahuciada, gente durmiendo en la calle, alertas terroristas, 'bullying' en el patio de los colegios, gente que se suicida, mujeres asesinadas, quirófanos llenos, huelgas estudiantiles, juicios que quedan en nada, torturas en prisiones, gente desaparecida, explotación animal, hiperconsumo, promoviendo que siga existiendo el mal llamado 'tercer mundo', abusos sexuales y violaciones diarias.

Y todo sigue, todas seguimos levantándonos cada mañana y salimos a la calle disfrazadas para ir a cumplir con nuestras obligaciones; trabajar, comer rápido, ir de un sitio al otro a contrarreloj, sacar dinero del banco, comprar, pactar, negociar; enfadarnos porque el vecino hace demasiado ruido; y deseando que nos toque la lotería y poder vivir, de una vez , la vida que queremos vivir, que por el momento se llama: utopía.

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