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Castelldefels, olvidada por las autoridades educativas de Catalunya

Recuerdo cuando, al inicio de la andadura de la LEC (Llei d’ensenyament de Catalunya), se hablaba de la necesidad y conveniencia de reducir las ratios de la aulas como un primer paso para avanzar en la calidad de la enseñanza y, así, junto a otras medidas de calado, poder situarnos en mejores posiciones en los famosos informes PISA, en los cuales la meta a alcanzar parecía ser Finlandia.

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Pues bien, la localidad de Castelldefels debe haber sido olvidada por las autoridades educativas de Catalunya respecto a este objetivo para la escuela pública, puesto que en vez de proponer la redistribución de la población infantil de la ciudad situando la ratio de las aulas de P-3 en 20 alumnos (ya no digo los 15 que existen en otros países que se nos muestran como modelos educativos), sabiendo la probabilidad de la evolución de la curva de natalidad infantil de la misma desde años y que ofrecía todas las oportunidades para hacer posible dicho anhelo, se ha decidido como más rentable económicamente la eliminación de aulas de P-3 en aquellos centros que, por su situación geográfica, son susceptibles de recibir menor número de solicitudes de matrícula, aunque ello pueda suponer aspectos negativos que prefiero no mencionar para no herir susceptibilidades, pero que son fácilmente imaginables.

Primero fue la escuela Guinovart y ahora la nuestra, la escuela Margalló. ¿Cuál será la siguiente?

Como padre en la ciudad de Castelldefels y maestro de la segunda escuela afectada por la eliminación de un P-3, quiero, desde aquí, agradecer a todas las autoridades implicadas en el diseño de este disparate, los esfuerzos que estáis haciendo para minar desde la base la tan ansiada calidad de la educación; así como el hecho de dejarnos a los profesionales de la educación solos ante la tarea de seguir adelante, dado que las medidas que día sí, día también vais anunciando suelen quedar, por desgracia y como queda patente, en papel mojado; y es que 'la pela es la pela', o eso parece.

Quiero recordaros que las familias y los profesionales que damos lo mejor de nosotros mismos en esta tarea de educar a las futuras generaciones, no somos números; somos personas, y como tales exigimos ser tratadas. Lo que pedimos no es para nosotros, es para nuestros hijos e hijas, alumnos y alumnas. Ellos tampoco son cifras ni gráficas de vuestros informes. Claro que dar marcha atrás en decisiones tomadas posiblemente hace ya mucho tiempo y que forma parte de la política a seguir, no estará dentro de vuestros planes, así que solo nos tenemos a nosotros.

Suerte, que como de costumbre, seremos capaces de transformar un problema en oportunidad, y esta en realidad positiva. Eso sí, el esfuerzo, el trabajo y el mérito será de, y solo de, nuestra comunidad educativa; y que ninguna autoridad del ramo venga después a elogiarnos, ni a ponerse a nuestra costa medallas que no les correspondan. Obras son amores y no buenas razones.

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