Barcelona, t'estimo

Ayer a las cinco de la tarde, a los barceloneses, a los que amamos la vida y esta singular ciudad, se nos rompió el corazón, se nos quebró el alma. No hay víctimas ni atentados más importantes que otros. Pero es cierto, no lo puedo negar, Barcelona es mi vida, mi casa, mi escuela, mi amor, la tierra que me ha visto nacer y que seguramente se despedirá de mí en mi último aliento.

Barcelona forma parte de mí y yo parte de ella y ayer, cuando las noticias hablaban del brutal atentado de la Rambla y el gran número de víctimas, sentí muchísima impotencia y tristeza por esas pérdidas humanas, por los heridos, por tanto sufrimiento innecesario. Mi dolor lacerante se transformó en rabia contenida o al revés, no sé describir con exactitud la mezcla de sentimientos que experimenté en pocas horas. 

Porque ya lo había vivido en otras ocasiones, sabía perfectamente, que desde el minuto uno las personas íbamos a responder de la manera que lo hemos hecho: con muestras de apoyo y una arrolladora marea de solidaridad, con miradas de complicidad, con empatía. Todas estas muestras del alma de las gentes de esta ciudad, que seguramente no es la mejor cuidad del mundo, pero es mi ciudad. Ciudad cosmopolita y acogedora, influenciada por la mezcla de sus 100 culturas, respetuosa con la diversidad, emprendedora de proyectos de futuro.

Me quedo con el trabajo bien hecho de los profesionales de la salud y de las fuerzas de seguridad. Me enorgullezco de la respuesta ciudadana en las calles. Admiro a los ciudadanos ayudando a las personas que lo han necesitado, acompañando en el sufrimiento, dando confort, asistiendo a algunas víctimas en su último aliento de vida. Me quedo con eso y deshecho a los violentos, fanáticos e intolerantes. Aislemos a esos pocos que se posicionan a la misma altura que los terroristas con sus comentarios ofensivos en las redes sociales o desde una columna de un diario. Es lo mismo, odio, xenofobia, destrucción. Acompañemos como es debido a esos cientos de personas afectadas y demos el descanso que se merecen a los fallecidos. 

Barcelona, sus gentes y todos los que amamos la libertad y la igualdad de las personas, os damos las gracias por tanto apoyo y respeto recibido. Seguramente las heridas tardarán en cicatrizar, pero el dolor es menos dolor cuando se hace acompañado. Barcelona de mi vida, no tengas miedo, no te dejes intimidar, sigue siendo ejemplo de apertura y tolerancia para el mundo.